La Vanguardia, 24 de marzo de 2005

SALVADOR LLOPART

Este es el año de El Quijote, del Libro (en Catalunya) y de la Física. De El Quijote celebramos los 400 años de su publicación. Del Libro, bueno, del libro podemos celebrarlo casi todo y no sólo este año. De la Física celebramos en realidad que hace ahora cien años, en 1905, Einstein, con la publicación de su teoría de la relatividad, cambió la manera de entender el mundo. Las dos primeras celebraciones, la de El Quijote y la del Libro, están teniendo una cierta presencia en la pequeña pantalla. Einstein, sin embargo, está pasando más bien inadvertido. Aunque, la verdad, apenas hay que mirar la tele un poco para darse cuenta de que la tele, en sí misma, es una continúa fiesta de la peor manera de entender las teorías relativas. Por ejemplo, la última entrega del Entre línies (lunes, TV3), de Ramon Pellicer. El periodista, instalado en Pedro Erquicia antes de tiempo, nos prometía un reportaje sobre la comunidad china en Barcelona, pero nos tragamos un publirreportaje alrededor de algunos -pocos- chinos catalanes encantados de haberse conocido. Cosas de la relatividad, supongo, y de cómo se mira uno la realidad. Nada de problemas de emigración y muy poco sobre condiciones de vida o sobre la acumulación primaria de capital necesario para multiplicar los locales a la velocidad que lo están haciendo. "Los chinos gusta trabajar", dijo uno de los entrevistados como gran revelación, y al final Pellicer apuntó que los chinos no se entierran aquí porque siempre vuelven a China para el último descanso. Como los elefantes, dicho sea con todo respeto, y su mítico cementerio. Y ya que hablamos de animales, Julia Otero nos montó (martes, TV1) un zoo en Las cerezas con su insistencia en catalogar a Ricardo Bofill de pijo y a Santiago Segura de garrulo: la taxonomía humana da para unas risas, pero se agota pronto; desde luego, mucho antes que la hora que prácticamente duró la entrevista conjunta. Y cuando la supuesta granja contraatacó y ambos invitados la acusaron a ella de pija, Julia se rebeló: "¡Qué coño voy a ser yo pija!", espetó airada. En fin, todo es relativo, ¿no?


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