Libertad Digital, 27 de marzo de 2005

EDITORIAL

El asalto a Televisión Española por parte del partido llegado al Gobierno tras las elecciones del 14-M no está sentando demasiado bien a la cadena pública. La que por inercia, medios y cobertura había sido siempre líder de audiencia, ha visto como en esta primera temporada de talante sus espectadores han ido a menos y sus problemas a más. Carmen Caffarel, la flamante directora del Ente, nombrada a bombo y platillo el año pasado como bálsamo para hacer de la televisión pública un referente de calidad que contentase a todos, no ha conseguido ni lo primero no segundo.

La calidad, según Caffarel, ha consistido en llenar la parrilla de espacios presuntamente entretenidos, presuntamente culturales y totalmente alejados de los gustos de la audiencia. Como muestra el recientemente retirado programa del Gran Wyoming, que se mantuvo en antena tres meses muy a duras penas y cambiando continuamente de horario. El remate de esa tendencia cultureta tan cara a la nueva directora general ha sido “Las Cerezas”, el espacio presentado por Julia Otero, un vulgar remedo del que la periodista gallega presentaba en TV3 que no ha respondido ni de lejos a las expectativas creadas.

Las preocupaciones de Caffarel, sin embargo, van por otro lado. Al poco de llegar al cargo convocó un “Comité de sabios” para que le dijesen qué tenía que hacer con el juguete que el Gobierno le había puesto en las manos. Los “sabios”, aparte de poner el cazo para cobrar y el pecho para recibir la medalla de Alfonso X, elaboraron un informe en el que todo lo que se decía era que la cadena pública tenía que emitir menos anuncios sacando la diferencia del siempre socorrido bolsillo del contribuyente. Ufana y alborozada, Caffarel presentó el hallazgo de sus “sabios” y se quedó con la copla de que algo útil se estaba haciendo. Nada más lejos. Con o sin sabios, el mamotreto estatal que ha sido siempre TVE no ha cambiado ni un ápice y sigue como solía, es decir, ruinosa para el erario público y sectaria hasta la náusea en sus informativos y programas culturales.

Después del enésimo descalabro de audiencia de “Las Cerezas”, tal vez los responsables de programación de la cadena decidan que el experimento modernillo se ha terminado y den puerta a la petulante Julia Otero. Hasta es posible que rehagan la parrilla al gusto del consumidor medio de televisión, que ni es excesivamente culto, ni muy dado a las novedades, especialmente cuando las novedades no pasan por los habituales e irreverentes espacios del corazón que revientan el audímetro en otras cadenas. El problema, sin embargo, permanece sin abordarse muy a pesar del famoso “Contamos todos”, eslogan publicitario que TVE escogió para esta temporada. Mantener una emisora de televisión pública es cuestionable y más cuando ese servicio lo ofrece en óptimas condiciones la empresa privada. Si el Gobierno cree, por cuestiones de principios, en la televisión pública, ha de fijar un modelo que no sea ni demasiado gravoso para las arcas del Estado ni demasiado alejado del gusto de los que la pagan y en el que efectivamente cuenten todos, no sólo los que le bailan el agua al inquilino de turno en la Moncloa.


Política de Privacidad Política de Cookies © 1998-2024 juliaotero.net