Editorial del 5 de septiembre de 2023

Bueno, pues quién nos iba a decir verdad que a los españoles en julio, que uno de los frentes de la investidura iba a estar o iba a jugarse en Bruselas. La ajustadísima aritmética parlamentaria ya nos dejó momentos tensos en la pasada investidura.

¿Se acuerdan de Tomás Guitarte? El diputado de Teruel Existe que incluso precisó protección policial cuando explicitó cuál iba a ser su voto.

Bueno, pues bien, esta vez el resultado de las elecciones ha puesto en el centro del tablero a un señor del que casi nadie quería saber nada hasta que sus escasos siete votos lo pueden decidir todo.

Esta mañana, en efecto, hemos visto a Carles Puigdemont exigiendo máximos, que es como siempre empiezan las negociaciones. Negociar es eso, que los distintos se pongan de acuerdo en buscar soluciones que nunca son las mejores para ninguna de las partes.

La pregunta es si existe esa posibilidad ante alguien que pide el abandono de la vida judicial, la amnistía, un relator que medie y todo eso, además, para antes de la investidura. ¿Qué hay de farol en todas esas peticiones? ¿Hasta donde permite llegar la Constitución? ¿Estamos hoy, después de escucharle, más cerca de la repetición electoral?

 


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