Editorial del 1 de febrero de 2023

Ha costado casi tres meses de negociaciones, pero finalmente Esquerra Republicana y los socialistas catalanes han cerrado un acuerdo para los presupuestos en Cataluña. Durante 10 larguísimos años, el independentismo ha disfrutado de una holgada mayoría absoluta en el Parlament y en el Gobierno. Hoy se rompió esa mayoría absoluta. Igual, con ese acuerdo, sí puede darse por cerrado el procés que tanto daño social y económico ha provocado en Cataluña.

Que en tiempos de polarización dos fuerzas políticas de bloques antagónicos logren ponerse de acuerdo, es un punto de inflexión interesante que hay que observar de cerca en los próximos meses. En la oposición hace mucho frío como acaban de descubrir en el partido de Puigdemont, que decidieron irse del Gobierno creyendo que esto que ha pasado hoy nunca ocurriría.

Salvador Illa y Pere Aragonés, firmarán ese acuerdo de presupuesto general dentro de hora y media. Habrá sarpullidos en algunos despachos y segmentos sociales, esos que se necesitan y retroalimentan. Los ultras de Madrid y los ultras de Junts pondrán el grito en el cielo, hablarán de traición a unos u a otros. Es la señal inequívoca de que se rompieron los bloques.

Vamos a debatir sobre ese acuerdo y sus consecuencias en el tiempo del Gabinete. ¿Es este pacto la demostración de que el Procés está muerto? ¿Cómo afectará a la política nacional este viraje de parte del independentismo catalán? ¿Y cómo afectará en Cataluña la soledad en que ha quedado el partido de Puigdemont?

 


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