Editorial del 30 de mayo de 2022

Hoy hace 40 años que España se convirtió en el miembro nº 16 de la OTAN, una efemérides que España va a celebrar por todo lo alto, cuando dentro de un mes, se celebre en Madrid la cumbre de la Alianza Atlántica.

Precisamente su secretario general, Stoltenberg, está en España con los preparativos y de paso se ha sumado a la efemérides española de este 30 de mayo: 4 décadas ya en la Alianza Atlántica.

Cuando se produjo nuestra incorporación, Brézhnev presidía la Unión Soviética, Reagan era el inquilino de la Casa Blanca y el mundo se dividía en dos grandes bloques que se relacionaban en una guerra que se calificó de fría. O sea, sin batallas y sin sangre pero con todo lo demás.

La OTAN consiguió sobrevivir a ese tiempo de los bloques y justo cuando estaba en plena crisis metafísica, llega Putin para reactivarla, darle sentido e incluso hacerla más grande. Como ha dicho Stoltenberg, "Putin quería menos OTAN en sus fronteras y ahora tiene más". Una paradoja que analizaremos en el tiempo de Gabinete.

En el contexto actual, con la invasión Rusa y el apoyo mayoritario de la ciudadanía, ¿cuál debe ser el papel de España dentro de la alianza? Suecia y Finlandia ya se consideran, de facto, parte de la Alianza. ¿Hay alternativas viables a la OTAN, como una hipotética fuerza armada europea? Esa idea se acarició un tiempo pero parece dormir el sueño de los muertos.

 


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