Entrevista publicada en la revista Panorama
Texto: Monty Padura

Tiene la palabra clara y la mirada contundente. A Julia Otero le gusta el directo, pero es feroz cuando se trata de buscar sus defectos, de analizar sus fallos. Le emocionan esas cartas que le llegan como si fuera un oasis donde apaciguar las inquietudes.

Hay un chico de La Coruña que cada semana le escribe y que quiere verla a toda costa, escapándose en tren sin que sus padres lo sepan. «La semana que viene iré a verte a Barcelona», le dice, y a Julia Otero esta carta le pone la carne de gallina y le llena de impotencia por no poder responder. «Son historias que no sabes cómo parar, de adolescentes, porque éstos viven en una edad más mitómana. También recibo a menudo cartas osadas, subidas de tono. Y también críticas. Pero todas, todas, son muy respetuosas. No recuerdo ninguna carta grosera.»

Y tiene en cuenta lo que dicen de ella, del programa La luna, de sus equivocaciones, de su aspecto, pero se revuelve como una gata cuando le echan en cara que le dan todo muy masticado.

«Que se emitan juicios del resultado global del programa me parece muy bien; ahora, que se hagan hipótesis y suposiciones sin saber si es verdad o no, duele», asegura Julia con unos ojos que miran fijamente y se endurecen por un instante, al tiempo que borra esa sonrisa amplia y franca. Luego fuma con intensidad y aletea sus manos reforzando sus palabras.

«¿Que si me gusto? -se pregunta a sí misma en voz alta-. No especialmente. Siempre me veo, en cuanto llego a mi casa, y analizo todo lo que digo y cómo lo digo. Soy bastante salvaje a la hora de criticarme a mí y al producto», afirma, rotunda, la presentadora de televisión.

Cuando Julia Otero arrancó por el circuito nacional con el programa La luna nadie quiso estrenarse con ella. Sólo Nuria Espert asumió con valentía esa primera salida en solitario. Ahora, todavía los hay reacios a dejarse entrevistar en este directo.

- A sus entrevistados les pregunta de todo. Parece curiosa por naturaleza.

- Soy una persona observadora, curiosa, a la que le gusta mantenerse en un ángulo y contemplar qué hacen los demás. Cuando una es así por naturaleza, cuando de pronto pasas a ser una cara conocida, tienes que dejar de hacerlo, porque no puedes observar, siendo observada al mismo tiempo. Quizá sea más casera que antes y se me ve muy poco en actos sociales o en movidas multitudinarias.

Julia defiende su intimidad a ultranza y se niega a ofrecer datos de su vida matrimonial con Ramón Pellicer, presentador de telediario en la televisión autonómica catalana.

- ¿La popularidad la ha cambiado?

- No he cambiado y ¡pobre de mí si lo hiciera! Afortunadamente tengo siempre cerca a gente dispuesta a ponerme las peras al cuarto y tengo espejos -en el sentido más amplio de la palabra- en mi casa. Sé lo que me pasa ahora y pienso en lo que me pasaba hace tres años y lo que puede ocurrirme dentro de dos. Todo es tan relativo que la mejor forma de protegerse de esos vaivenes que tiene, tan duros y tan tremendos, esta profesión, es no cambiar y reírse de lo bueno y de lo malo que te pasa.


Política de Privacidad Política de Cookies © 1998-2024 juliaotero.net