El Mundo, 3 de enero de 2023

Por Julia Otero

He conocido la muerte de Sergi Schaaff esta mañana, a primerísima hora, cuando su hija Anaïs me ha llamado y hemos llorado juntas. Hacía algún tiempo que no le veía. Desde mi tratamiento, desde mi cáncer, no había vuelto a hablar con él. Ha sido un golpe durísimo.

Es muy difícil hacer una semblanza de alguien que hizo tanto y que abarcó tanto. Si tuviera que definirle, diría que fue un hombre de un humor finísimo, de una ironía finísima, creativo hasta la médula. Fue un gran director de programas, un creador incansable, un hombre profundamente culto, como eran antes los directores de programas de televisión.

Para mí, está a la misma altura que Chicho Ibáñez Serrador. Ellos son los dos grandes maestros de la televisión pública en nuestro país. Fue un gran creador, un un maravilloso director de programas.

Su aportación a la televisión, a Televisión Española, fue enorme. Durante su etapa como jefe de programas de TVE en Sant Cugat convirtió aquel centro de producción en un hervidero de ideas y de profesionales que primero se probaban aquí, en el circuito catalán, y luego saltaban al ámbito estatal.

Hubo un tiempo, durante buena parte de su mandato, en que el prime time de TVE para toda España estaba trufado de programas que salían del laboratorio de San Cugat. Me voy a dejar algunos, pero recuerdo Tribunal Popular, El tiempo es oro, 3x4, Estudio estadio, Los sabios, La luna, No te rías, que es peor...

Sergi era un defensor del entretenimiento digno. Incluso en el programa aparentemente más liviano y ligero siempre había unas gotitas culturales que para él eran fundamentales. Que el entretenimiento no fuera embrutecedor, que siempre fuera digno.

Desde luego, es responsable de la dinamización de de toda la industria audiovisual en Cataluña. Buena parte de los profesionales que luego se fueron a Madrid a trabajar, antes pudieron hacerlo desde Barcelona. Fue una época dorada y gloriosa del centro de producción de Sant Cugat.

Él era, además un incansable buscador de talentos, y para él la radio era una cantera. Escuchaba muchísimo la radio, y cuando llegábamos los jóvenes, observaba, dejaba pasar unos años y acabábamos todos haciendo casting en el centro de Sant Cugat. Así convenció, por ejemplo, a Constantino Romero para que hiciera televisión; convenció a La Trinca para que hicieran un programa, porque antes ellos simplemente cantaban; convenció a su gran amiga Rosa María Sardà, que era vecina y amiga del alma, para que diera el salto. Por supuesto, descubrió a Jordi Hurtado, a Jordi González... Me dejo muchos en la lista, seguro.

Yo hice un par de castings, como tantos otros compañeros de la radio, y no me escogieron. Recuerdo que un día me llamó y me dijo: "Jovencita, los directores de esos programas están ciegos, pero a la tercera va la vencida y sin casting". Y ahí surgió el 3x4, porque él había decidido que yo era una buena candidata para presentar su nuevo formato. Luego llegó también La luna, también, de la que él fue creador y director.

Somos tantos los que se lo debemos todo nuestro camino, toda nuestra trayectoria en televisión. Hay que ser profundamente agradecidos, y yo lo estoy. Siempre que me han preguntado por mi mentor, de mis labios ha salido su nombre: Sergi Schaaff, a quien además me unió una relación de amistad profunda y sincera y el privilegio de que fuera mi maestro.

De Sergi Schaaff he aprendido todo lo que sé de televisión.

 


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