El Periódico, 10 de noviembre de 2015

Por FERRAN MONEGAL

Debate sobre nosotros mismos. O sea, cuando el periodismo -y los periodistas- nos transformamos en perros al servicio de quien quiere que ladremos, mordamos y lancemos mierda y caquita a alguien en concreto, o en una sola dirección. Este ha sido el espíritu del Salvados de esta semana (La Sexta). Jordi Évole se instaló en la redacción de EL PERIÓDICO y, acompañado de Pilar Gómez (La Razón), Julia Otero (Onda Cero), Casimiro García Abadillo (El Mundo) y Juan Carlos Monedero, pretendió una catarsis sobre nosotros mismos. Sobre la manera de ejercer nuestro oficio. Y también sobre la manera de pervertirlo. No sé si ha conseguido esa purga purificadora que pretendía. Ante casos concretos de actuación, al estilo de máquinas de fabricar fango (Umberto Eco dixit), ante portadas como la de El Mundo sobre un dinero de Xavier Trias en Andorra y en Suiza, que resultó ser una falsedad, Julia Otero advirtió al responsable de aquel infundio: «¿Tú no te sentiste engañado por tus fuentes de información, Casimiro?». O sea, ¿no te dabas cuenta, criatura, de que te estaban utilizando políticamente para que expandieses caquita? Pero Casimiro, imperturbable, contestó: «No, no, la investigación de la policía sigue». Manda güevos. Aquello se demostró que era falso, ha pasado un año sin volverse a hablar del asunto... ¡Pero ni una disculpa! Otro caso, aquella portada de La Razón, en tono de alarma, casi de denuncia, sobre Manuela Carmena: ¡pasa las vacaciones en una villa que cuesta 4.000 euros! La verdad es que Manuela, junto a otros tres inquilinos, pagó las vacaciones de su propio bolsillo, o sea, ni un céntimo de dinero público. Pero tampoco le escuchamos a Pilar Gómez ninguna disculpa.

Évole sacó más casos. Pero se quedó cortísimo. Le faltó desplegar todo el abanico de corrupción del periodismo. No solo existe el lanzamiento de información falsa en nuestro oficio, encaminada a destruir un objetivo que alguien ha señalado previamente. También existe la manipulación de la realidad, la ocultación de lo que ocurre, o en palabras de Umberto Eco: «El periodismo funciona para tapar, más que para descubrir», o en las de Manuel Castells, experto en comunicación: «El poder está en aquellos que tienen la capacidad de condicionar la mente de los ciudadanos». Efectivamente. Un canal de televisión, bombardeando falsedades, sistemáticamente, consigue abducir a la ciudadanía. Rebaño de ovejas.


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