Publicado en Radio Canoa

En el aire con Félix Madero, verano de 2001

Félix Madero

Qué raro. No oigo desde el más rancio nacionalismo español ninguna queja por la desaparición de Radio España. Cada vez menos cosas se llaman como nuestra patria. Incluso Radio Nacional esconde su segundo apellido -España-, cuando la escuchas en Cataluña o el País Vasco. Es más Radio 1 que Radio Nacional de España. Debe ser por lo de las audiencias: vale todo con tal de que sume. Muy original, si señor. Teníamos una vieja emisora que se llamaba así: Radio España, y ahora tenemos un acta de defunción en el que consta el despido de más del 80 por ciento de la plantilla.

Se apaga la voz de una radio convencional que apostaba por la información, la palabra y la opinión: ahora los empresarios que no han sabido reflotarla; perdón, seamos claros: los que han fracasado en su intento por sacarla adelante la convierten en un tocadiscos. Qué risa deben de estar pasando en Gran Vía 32, sede de la Cadena SER. Como no tenemos 40 principales, Radio Olé, Dial, Cadena 100, Radio 3, Europa FM, Top Radio, Cibeles FM... Como era poca la orquesta, ahí va otro platillo.

De modo que a determinada clase que pasó y pasa por "empresarial" lo único que se le ocurre cuando pierden dinero es poner música. Pues muy bien. Mejor dicho: poner música y echar gente. Nace una nueva lista de éxitos mientras en el INEM confeccionan otra de trabajadores cualificados que un buen día creyeron que esto de hacer radio era oficio digno y solvente. Compañeros que se quedarán sin trabajo. Dice mi amigo Javier Fernández Arribas: "¡Qué barata se ha puesto la chuleta de periodista!" Que se lo cuenten a Antonio Jiménez, a Miguel Pérez Pla, a Mar Montoro, a Alberto Castillo, a Paco Reyero... Con ellos trabajé yo en la COPE cuando Luis del Olmo se fue y se llevó la audiencia y la publicidad. Recuerdo que llegó entonces un director general que ahora está en el negocio emergente de los teléfonos y dijo: "No os preocupéis que esto lo arreglo yo". Y lo arregló: decenas de compañeros a la calle. Siempre lo mismo.

Vamos a ver. Si la radio española actual no puede dar un micrófono a gentes de la garantía y solvencia de Antonio Jiménez y lo quita de la circulación, entonces algo pasa en esta radio mimosa, previsible y escandalosamente falsa.

Si una emisora como Radio España anuncia el cierre, en la teoría y la práctica, y deja en el acto a más 180 trabajadores en la calle sin que oigamos un solo minuto sobre este asunto en una radio de la competencia -o de la insistencia-, entonces algo pasa en la radio española. Todavía tenemos que oír sermones en la radio sobre el llamado "antenicidio"; un "antenicidio" que dejó a los de siempre sin trabajo. Las estrellas se acomodaron pronto. De esta Radio España nadie hablará. Es curioso el proceso según el cual hay cierres que son ataques a la libertad de expresión y hay cierres que se explican por razones netamente empresariales. Por razones empresariales que ya nadie en su sano juicio puede sostener echaron a Julia Otero. Las razones empresariales a las que un día aludía Luis María Anson en una tertulia de Onda Cero hacen que, por ejemplo, Julia lleve dos años sin hacer radio. ¿Se acuerdan de Julia? Yo también. Por cierto: ¿no tiene escrito Anson que Antonio Jiménez era el futuro de la radio? Supongo que hoy mismo seguirá manteniendo la misma opinión, aunque, vaya, de momento no he leído nada.

Si la desaparición de Radio España lo único que hace es engordar la bipolarización del medio; aquí la SER y más allá Onda Cero más la COPE, entonces la radio española anuncia una cierta agonía después de mucho cansancio y aburrimiento por vivir.

Si la libertad en la radio se estrecha con el despido de Antonio y los suyos -que también somos nosotros: yo que escribo esto y usted que me está leyendo- y nadie se escandaliza, entonces tenemos derecho a dudar de un medio que pasa por ser el de mayor y más credibilidad en España. ¿Qué está pasando aquí? ¿Qué ha hecho mal Antonio Jiménez?

Pasa que esta radio que nos hemos dado a nosotros mismos es olvidadiza, despistada y si me apuran ustedes, tremendamente injusta. Iba a decir y digo que estamos quitando el micrófono a Antonio; pero no me da la gana. Están quitando el micrófono a un periodista que suena a radio en estado puro porque él es parte sustancial de la radio moderna de este país.

Que corta es la memoria de los empresarios del sector. Los que la tengan, claro. Si la tuvieran sabrían que cuando algunos tartamudean por las ondas con un candil en la mano afirmando que han inventado la radio, Antonio ya venía de vuelta después de haber hecho el mejor matinal de la radio en la cadena SER. Después bordó un informativo de las ocho en la COPE, luego el de las 14 horas y después el fin de semana. En el camino, auténticos ágrafos de la radio le hicieron la vida imposible y se marchó a Radio España. Esos callan ahora que Antonio se ve obligado a empezar de nuevo. En este oficio nuestro no pasa como con los abogados, lo arquitectos o profesores: cuanta más experiencia, mejor.

A Carlos Herrera le tengo oído que Antonio Jiménez lo estaba bordando en Radio España y que estaba haciendo el mejor programa de la mañana. Egregios fontaneros de La Moncloa y de la calle Ferraz me han declarado en más de una ocasión que la tertulia más libre e informada estaba en Radio España. Ya ven para lo que le ha servido a Antonio. Aquí cuanta más radio has hecho más riesgo de quedarte a la intemperie. La radio es cada vez más estrecha: junto a los buenos que todos conocemos -porque la radio y el micrófono no engañan-, anidan un estimable número de paniaguados periodistas que no tienen más garantía que la que otorga la temporalidad del poder: el terrenal y el celestial .Allá ellos. Lo lamento porque Antonio y su equipo deberían tener sitio ya mismo. Con rapidez y decencia. Con rapidez los han echado. La decencia nunca la van a perder. Se tiene si se ha ganado. Se demuestra con micrófono o sin él.

Por último me pregunto por el papel y la función de los dueños de Radio España. Se supone que son los culpables de que la empresa haya perdido miles de millones de pesetas, ¿o son los trabajadores?

Ahora sabemos lo que de radio entendían los hombre de Planeta, Altadis, Inversiones Cañete, Diario de Burgos y Guadalmedina. Lo que pretendían cuando se hicieron con el timón de esta radio que alquila sus postes sólo ellos lo saben. ¿Sólo ellos? En la barra de la cafetería de un lujoso hotel madrileño me contaba un ejecutivo de Altadis sus avatares en el mundo de la radio. Le dije: supongo que estáis en la radio para diversificar y sacar adelante una nueva cadena. Respuesta: "No sé para que estamos en la radio. Solo sé que tenemos que estar". No seguí por ese camino. ¿Para qué?

A Radio España la van a convertir en una radio musical. Imagino que los estudiantes de Periodismo en las Facultades de Ciencias de la Información deben estar tirando cohetes. ¡Dios mío, qué profesión esta!

Antonio, tú no te has equivocado. Un abrazo, hermano.


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