El Periódico, 9 de junio de 2005

FERRAN MONEGAL

Ya no quedan cerezas en el valle del Jerte. La cosecha ya ha sido recogida. También Julia Otero ha recogido las suyas (TVE-1), que aunque son de cera y plastilina, le han cundido mucho. En la última remesa apareció Isabel Pantoja. Luego Alfonso Guerra y Juan y Medio. O sea, lo primero el faralá, la copla, el lunar y los zarcillos. Es la estrategia aconsejada en todo programa del gran hipódromo nacional televisivo: ganar en Andalucía es tener el share seguro. Cabe discrepar de la forma en que repartió las cerecitas. A la Pantoja y al Guerra debía haberlos puesto juntos. Él, la cereza picota, y ella, la guinda en almíbar. La entrevista a Isabel fue un masaje muy bonito. Ni una pregunta acerca de los líos judiciales de su pareja y los posibles desfalcos en su época de alcalde de Marbella. Pues era tema: dicen que estas perdigonadas de la justicia están provocando en Isabel un enfriamiento en la pasión que por él sentía. Pero al menos le preguntó Julia si ha tenido ofertas de partidos para dedicarse a la política. Contestó: "Muchas. Siempre dije que no. Pero si yo me dedicara a la política, haría mucho bien". ¡Ah!, pues veamos qué medidas tomaría para hacer ese bien que nos perdemos, ¡mecachis en la mar! Enumeró dos iniciativas: "Primero, la seguridad. Todos los niños que no tienen ni papá ni mamá estarían bien cuidados. Segundo: proteger rápidamente la intimidad y el honor de todas las personas". Es decir, los paparazzi, encerrados en el trullo. ¡Ah!, la condición humana es muy suya: te pones a pensar en el bien común, y acabas procurando el bien tuyo. A Alfonso Guerra le puso Julia sonido de Mahler. Hilo musical en el yacuzi. Le pidió que contase un chiste y dijo: "Yo no los cuento por encargo, me salen de natural". Tiene razón, poco después, cuando se le preguntó por la erótica del poder, dijo: "A la erótica no la encontré nunca. ¡Y mira que miré bien por cajones y archivos!". Un chiste con decepción incluida.