La Voz de Galicia, 24 de marzo de 2005

MIGUEL ANXO FERNÁNDEZ

JULIA Otero cambió de registro en cuanto a invitados y se llevó a Las cerezas (La Primera) a dos personajes que caen bien a la audiencia más joven y que ahora tienen el cine en común. Entiéndase el cine a su manera, claro. Uno, Santiago Segura, actor y director, forrado de pasta gracias al exitazo de sendas entregas de Torrente, naturalmente engendros cinematográficos de kgarsexlapata. Otro, Ricardo Bofill, acaba de dirigir su primer filme, Hot milk, que vayan ustedes a saber... Julia sabía lo que hacía porque ambos están por derecho propio en la galería de frikis mediáticos después de habérselo currado con avaricia.

Segura sabe lo que cuece, asume su papel de hombre-orquesta mediático. Acepta el director con envidiable entusiasmo su peregrinar por teles, emisoras y papeles sabedor de que sus películas buscan el ji-ji-ja-ja a palo seco y son millones los espectadores que aceptan su coartada. Es lo que hay. Al landismo tardofranquista de Ozores, le sigue ahora Segura y sus bodrietes. Tío listo, sin duda.

Bofill es otra cosa, de sus noches locas de Ibiza mazadas en drogas y alcohol, llegó a estar entre los marcianos de Sardá. Cuenta que está desintoxicado y que con Hot milk quiere advertir a la gente joven sobre los riesgos de vivir al límite. Vale, aunque su definición del cine, «movie, es algo que te mueve, las emociones...» tenía algo de new age de garrafón.


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