El Periódico, 19 de noviembre de 2003

Ferran monegal

De los actos conmemorativos de la edición número 1.000 de Crónicas marcianas cabe resaltar la galería de famosos que cumplimentaron a Sardà. Hubo incrustaciones muy pintorescas, al margen de las sinergias de las estrellitas que trabajan en Tele 5. Por ejemplo, logró frases de apoyo de Bono y de Anson, lo cual tiene mérito. Pero lo más bonito fueron los requiebros de dos estupendas damas televisivas. Primero salió Julia Otero. Se acercó a la cámara, excitante y sandunguera, y ahuecando la voz musitó: "Sardà, tío, me pones". Tremendo. Luego salió Terelu. Hizo un mohín con la boquita. Proyectó los labios. Y dijo: "Mil noches contigo. Me han pasado como un suspiro. Pero también sé que no soy la única. Si no fuera por eso te ibas a enterar de lo que es pasar las mil y una noches conmigo". Esa declaración fue más tremenda todavía. En fin, tras el fuego de tanta admiración, no sería de recibo que hoy le dedicase la ceniza de mi crítica. Me remito al juicio que hizo el propio Sardà sobre sí mismo. Glosando esos seis años de gloria, exclamó: "Me he ganado el respeto del director de mi banco". Inapelable. Indiscutible.


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