La Vanguardia, 5 de noviembre de 2003

JOSEP M. BAGET HERMS

La noticia del año –y no hace falta decir más– siguió inundando la programación de todas las cadenas, y más ahora que ya se dispone de imágenes oficiales de la feliz pareja, que se presentó ante los medios de comunicación. El lunes por la tarde, en especial, fue de auténtico frenesí hasta culminar en su llegada al concierto de homenaje a la reina Sofía, y encendió las primeras chispas de la guerra de las audiencias entre TVE y Tele 5, donde movilizaron para la tertulia incluso a la republicana Pilar Rahola. En Torrespaña creen que Letizia es de la casa y todavía les pertenece, pero ahora ella ya es propiedad de todas las salsas, sabores, frutos de la huerta y otros programas cuyo título no recordamos para no herir sensibilidades.

Cabe preguntarse si en TVE van a mantener la exigencia de no hablar de la familia real española en programas como “Corazón de otoño” o “Gente”, poblados por famosos de tres al cuarto, a menudo de dudosa moralidad, aunque algún que otro conde aparece de vez en cuando por allí. La noticia de las actividades oficiales de la pareja puede ser cubierta por los telediarios, pero se producirán otras de carácter más lúdico (asistencia a conciertos, estrenos cinematográficos...) donde las cadenas privadas lo tendrán mucho mejor. TVE debería ir pensando en un programa monográfico que podría titularse “El diario de Letizia”, que sin duda sería un bombazo. Todo sea por la audiencia.

En TV3, qué remedio, los novios fueron portada de programas del pasado lunes como “En directe” y “Telenotícies vespre”, lo que no es poco. Con la excepción de algún irónico comentario de Carod-Rovira, el coro de alabanzas ha sido general. A Júlia Otero le chafaron un fin de semana dedicado en principio a los “panellets” y a disfrutar del merecido premio Ondas a “La columna” (felicidades). El lunes ya tenía ante las cámaras a un experto en la cuestión como José Luis de Vilallonga para hablar del evento y lo hicieron también vía telefónica, entre otros, Luis del Olmo y Carmen Rigalt. No hay tregua.


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