El periódico, 1 de julio de 2003

Ferran MONEGAL

Le preguntó ayer por la tarde Olga Guillot a Julia Otero, nada más entrar en el plató de La columna (TV-3): "¿Cómo me encuentras?". Y Julia, sin pestañear, respondió: "Cañón". Sí, señora, a sus añitos, y cañón todavía. Y más aún después de escucharle desgranar la primera estrofa del tremendo bolero que dice: "Voy a mojarme los labios con agua bendita / para lavar los besos que una vez me dio tu boca maldita". Quedó descansado el letrista. Con Guillot siempre hay tema. Le comentó Julia: "Ahora vienen muchos cubanos por aquí. Y se casan". O sea, tirando con escopeta. Y la Guillot, que no es precisamente sorda, respondió: "No me provoques. Y no hablemos de mi querida cupletera Sarita. Qué horror" y añadió, aludiendo al cubanito Tony: "Pido un aplauso para él: ¡es un vividor!". Nos reímos mucho. No quiso entrar Julia, en cambio, a tocar el tema Cuba. Debería haberlo hecho. Olga Guillot siempre ha sido esa derechona promiamista que ha puesto a Fidel Castro a parir. En eso no ha variado. En otro tiempo esa postura anticastrista hizo que muchos boleristas la borrásemos de nuestro hit parade particular. Nos negábamos a escuchar sus discos. Eramos muy burros. Hoy, sin necesidad de que Olga Guillot se haya movido un milímetro, tiene a su lado al comunista Saramago en la condena a Fidel. La semana pasada, en el programa Fora de control (BTV), Joan Tapia entrevistó al escritor argentino Pacho O'Donnell, que fue senador peronista, luego ministro de Cultura del primer gobierno de Menem, y ahora devoto biógrafo del Che. Le preguntó Tapia: "¿Es posible la transición democrática en Cuba?". Respondió: "Los últimos fusilamientos indican el afianzamiento del terror por el terror". Ayer, en casa, volvió a sonar la voz de la Guillot. Ella siempre consideró a Castro un dictador. Ahora, ella, Saramago y Pacho O'Donell, tan distintos, coinciden. Y nosotros, que eramos tan burros.


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