La Vanguardia, 14 de marzo de 2002

"La Columna" llega mañana a sus trescientas emisiones en plena forma y camino de convertirse en un clásico de TV3. El programa dirigido y presentado por Julia Otero es un ejemplo positivo de que puede hacerse una buena televisión, interesante y divertida, a cualquier hora del día (o de la noche), y no morir en el intento. Situada en esa zona indefinida de la sobremesa que acaparan los programas de cotilleos y de testimonios supuestamente reales, "La columna" demuestra que el público, preferentemente compuesto por mujeres a esta misma hora, acepta también otros contenidos más amplios contemplados desde una perspectiva abierta y progresista y sin salirse por ello de las pautas del género del "talk show".

La óptima respuesta de la audiencia ha servido para consolidar "La columna" y ha puesto su granito de arena, o toda una playa, al liderazgo de TV3, que se ha reforzado desde su estreno en el otoño de 2000, cuando a esa hora justamente las cosas no le iban demasiado bien al canal autonómico. A lo largo de estas trescientas primeras emisiones, Julia ha lidiado con pesos fuertes del cotilleo español dotadas de presupuestos mucho más elevados, como Ana Rosa Quintana o Teresa Campos, y folletines de los que "Yo soy la Betty la fea" es el ejemplo más reciente pero no el único.

Julia es una estrella mediática que se ha ganado a pulso una legión de admiradores de su estilo, donde se conjugan el rigor periodístico con la ironía zumbona de sus comentarios y el innato poder de seducción que no se aprende en los libros, desde luego, pero que ha sabido forjar día a día ante las cámaras. La radio le enseñó, sin embargo, que el trabajo en equipo es necesario, por no decir fundamental, y ahora en "La columna" ha seguido por esta línea repartiendo asistencias a sus colaboradores de confianza, recuperando a un valioso profesional como Pitu Abril o promocionando nuevos valores como Tània Sarrias, que a su lado está aprendiendo muchísimo y ahí están los resultados. "La columna" sigue más firme que nunca.


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