Artículo publicado en el diario La Vanguardia el 5 de agosto de 1999
Texto: Assumpta Roura

Fue en octubre de 1991 cuando Julia Otero comenzó en Onda Cero Radio -por aquel entonces propiedad de la ONCE y ahora de Telefónica- un programa nocturno que, tanto por su innovador formato de debate como por quienes eran los contertulios -conocidos por la audiencia como miembros del gabinete de "La radio de Julia"-, parecía destinado al más rotundo fracaso.

No era habitual escuchar a través de las ondas razonamientos más apropiados para participantes de seminarios universitarios que de insomnes pegados a una emisora de radio. Escuchar los debates, llevados hasta las últimas consecuencias, y con no poco y mal disimulado asombro de la misma periodista, entre el antropólogo Manuel Delgado -hombre comprometido con la izquierda-, y del artista pintor Juan Adriansens -hijo de diplomáticos, hombre de vasta cultura, votante del PP y hoy conocido polemista en el programa de Xavier Sardà en Tele 5-, escucharles, decía, debatir escapando de la simpleza de la polémica profesionalizada tan en boga hoy en día, de la papanatería como forma razonada de sinrazón, resultó contra todo pronóstico, además de un éxito de audiencia, un ejercicio de normalidad democrática e intelectual en un país en el que resulta habitual creer que la libertad de expresión consiste en poner a disposición del público un catálogo disparatado de sandeces en el que todo vale, luego nada es importante.

A punto de acabar aquella temporada de 1991-92, Julia Otero anunciaba que, gracias al éxito de audiencia, el programa, con formato más amplio, pasaría a ocupar la franja horaria de las tardes, por aquel entonces en clara competencia con la desaparecida Encarna Sánchez.

Desde entonces hasta hoy, el éxito del programa lo refrenda tanto el liderazgo de audiencia como los diversos premios recibidos en su trayectoria. De aquel embrionario programa queda un libro donde yo misma recopilé parte de los debates como una forma de estudio del fenómeno, además de ofrecer al oyente/lector la posibilidad de juzgar de forma más sosegada aquellos interesantes contenidos.

Fue Eduardo Haro Tecglen quien me animó a llevar a cabo aquel trabajo y quien lo prologó con, entre otras, estas palabras: "Julia Otero llevó a cabo uno de los programas más serios y abiertos que se han hecho en los últimos tiempos".

Con el tiempo se demostró un fenómeno, a mi entender, muy interesante y es que en "La radio de Julia" la inteligencia logró hacerse con la razón, lo que demostró que vivimos en un país moderno, inteligente y preparado intelectualmente. Paradójicamente, esta es la causa de su despido.


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