No nos gusta la palabra guerra. Y nos espanta leerla en los periódicos sin comillas, sin letra cursiva. Así, tal cual, sin matices: GUERRA.

Las horas pasadas desde el comienzo de la catástrofe añaden palabras cada vez más inquietantes. El mensaje político y periodístico se está impregnando de conceptos bélicos, mientras que los relacionados con el pensamiento y la reflexión nada más se pueden leer en artículos aislados de intelectuales, perdidos entre fotos de ruinas o banderas.

Dicen los sabios que el odio es el arma de los débiles. También la historia ha demostrado con tozudería que, en la venganza, el débil es siempre el más feroz. De la guerra no parece que pueda salir nada más que aún más debilidad, y por tanto, aún más odio. Y eso tampoco nos gusta.

Bona tarda. Comença La Columna.


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