Editorial del 4 de mayo de 2023

“¿Está el Gobierno manipulando el tiempo a través del rociado aéreo de productos químicos?” Aunque les parezca un chiste, esta es la pregunta real y redactada tal cual la he leído, de un diputado tránsfuga de Ciudadanos, Pablo Cambronero, y así la ha registrado en el Congreso de los Diputados.

Eso significa que el Parlamento español dedicará algún tiempo a discutir sobre una teoría absurda, mil veces desmentida por la ciencia, según la cual, hay avionetas misteriosas que nos rocían con productos químicos para evitar la lluvia, someternos a una sequía criminal y por tanto, dominarnos.

Hay personas con alergia a las explicaciones complejas (el cambio climático, la necesidad de cambiar nuestros hábitos...) y, en cambio, abrazan con facilidad delirios conspiranoicos. ¿Piove? Porco Governo. ¿No llueve? Es que los Gobiernos del mundo, inspirados por maldad planetaria, nos fumigan para someternos.

Vamos a reflexionar en el Gabinete sobre las teorías conspiranoicas de todo tipo y condición que proliferan y suman adeptos en países ricos, donde existe sin duda el acceso a la información y la cultura.

A partir de la pregunta del diputado Cambronero nos preguntamos: ¿qué actitud hay que tomar, desde la razón y el sentido común, ante esa tendencia planetaria? El primer impulso es reírse y minimizar las consecuencias de que haya gente que sostenga que la tierra es plana, que nos fumigan o que nos meten al diablo en cada vacuna, pero igual no es inteligente. ¿Hay que debatir con ellos? ¿ignorarles? ¿combatirles? ¿De qué es síntoma que sumen adeptos en sociedades donde existe acceso a la información científica?

 


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