Editorial del 29 de noviembre de 2022

Hojas en blanco levantadas con la mano y manifestantes cantando el himno nacional. Las imágenes de ciudadanos chinos tratando de esquivar la censura mientras protestan por la política de COVID 0 están dando la vuelta al mundo. El Gobierno chino trabaja para evitar esas imágenes, ha expulsado a periodistas de la prensa internacional, pero 2022 no es 1989, cuando las protestas de Tiannanmen fueron zanjadas de forma brutal.

Desde entonces nos habíamos acostumbrado a la China silenciosa y obediente, una dictadura dónde solo el mercado es libre. Nadie sabe cómo reaccionará el gobierno de Ji Xinping a esta primera gran revuelta después de Tiannanmen, justo en el momento que el gigante asiático intenta disputarle el poder a Estados Unidos.

De momento, las protestas chinas hundieron ayer las Bolsas. La globalización ha creado vínculos que extienden las consecuencias de cualquier punto de inflexión a todo el mundo. Lo que ocurre en China con la política de COVID 0 es que ahora mismo o van a una crisis sanitaria grave o a una grave crisis económica. El gobierno no permite más vacuna que la suya y tiene a los mayores de 80 años indefensos porque la mayoría no ha recibido ninguna dosis de refuerzo. ¿Es viable una china democrática? Nótese la perversión de la propia pregunta. ¿Seguirán las revueltas? ¿Las aplastará la policía o abrirán la mano las autoridades jugándose la muerte de cientos de miles de chinos?

 


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