Editorial del 7 de abril de 2022

Un yate, una vivienda de un millón de euros, doce coches de súper lujo, tres relojes Rolex y estancias en un hotel de 6.000 euros la noche. Son algunas de las delicatesen que se compraron Luis Medina y Alberto Luceño con el dinero de los madrileños, con dinero público, mientras vivíamos lo peor de la pandemia.

A raíz de este escándalo, vamos a plantear un Gabinete sobre la figura de los comisionistas. El comisionista mercantil es perfectamente legítimo, es un intermediario esporádico que actúa engrasando el sistema para favorecer el negocio de un tercero.

Pero ¿alguna empresa privada a alguien el 50% de comisión? ¿O esas cosas solo ocurren en la esfera pública donde el dinero es de todos pero se trata como si no fuera de nadie? ¿Qué supone la figura del comisionista en el modelo económico en que vivimos? Como en tantas otras ocasiones también nos vamos a preguntar si puede ser legal lo inmoral, en este caso, llevarse seis millones de un contrato de 12.

 


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