Editorial del 8 de marzo de 2022

La madre de todo el feminismo que nos ha visto nacer, crecer y reproducirnos es, sin duda, Simone de Beauvoir. Ella nos alertó de posibles escenarios que en efecto hemos ido viendo y viviendo. Por ejemplo que hay que estar vigilantes porque cualquier crisis económica o política sirve para hacer retroceder los derechos de las mujeres.

Si una pandemia y su consiguiente crisis económica no eran bastante, ahora sumamos una guerra. O sea, una tormenta perfecta para que el debate público se olvide de las reivindicaciones de las mujeres. Y sin empujar y presionar los gobiernos se relajan y la inercia histórica ya sabemos que no es precisamente feminista.

A los derechos de las mujeres les pasa como a la democracia, que no hay que darla por conquistada para siempre. Ahí tenemos a la extrema derecha: apenas sabemos nada de su programa económico, social, en política exterior... Lo que sí conocemos es su antifeminismo furibundo. El problema para ellos resulta que somos las mujeres feministas. Ni más ni menos. Muy elocuente y muy sintomático.

 


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