Editorial del 14 de enero de 2021

Las elecciones catalanas están en duda. La excusa son los datos de la tercera ola, pero puede que la realidad tenga más que ver con unas encuestas que no favorecen a los partidos gobernantes. Desde hace varios días, el Govern de la Generalitat apuesta por un aplazamiento hasta mediados de mayo. Y ni siquiera está claro que esa sea una opción que la ley permite.

Hay dos precedentes, eso sí. Es verdad que lo hicieron antes Galicia y Euskadi (y todos lo asumimos con mucha naturalidad) pero también es cierto que en ningún país del mundo –que sepamos- se han aplazado los comicios por la pandemia: votaron los franceses, los coreanos, los estadounidenses y lo harán los portugueses en breve, a pesar de que el país vecino acaba de decretar el confinamiento domiciliario de la población y tiene al jefe de Estado, el presidente Marcelo Rebelo de Sousa, positivo en Covid.

Expertos en Derecho Constitucional advierten que no debería ni discutirse la celebración de unas elecciones una vez convocadas. ¿Por qué aquí nos parece normal que se aplacen las elecciones? ¿Qué riesgos sienta este precedente? ¿Creemos que es por el covid o solo es el comodín en espera de que los sondeos electorales se muevan en la dirección que desea quién gobierna? Nos lo preguntaremos esta tarde en el Gabinete en compañía de Noelia Adánez, Juan Soto Ivars y Fernando Iwasaki.


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