Editorial del 10 de noviembre de 2016

A las 5 de la tarde, los Obama, una de las parejas presidenciales con más y mayor formación que ha tenido Estados Unidos, reciben a los Trump. Con esa visita a la Casa Blanca se inicia simbólicamente el traspaso de poderes que convertirá al hombre naranja en el tipo con mayor poder del planeta.

La incertidumbre, los temores, hasta la ansiedad planetaria que ha provocado su victoria recibe en las últimas horas por parte del mundo económico y político internacional una esperanza que es puro cinismo. Lo dijo ayer nuestro ministro de exteriores, Alfonso Dastis, e incluso Manuela Carmena, que una cosa es lo que se dice en campaña electoral y otra muy distinta lo que se hace cuando uno gobierna. Algo parecido se ha escuchado en Bruselas y el resto de cancillerías. Es decir, lo mejor que puede pasarnos es que Donald Trump sea tan mentiroso como los demás políticos y no cumpla nada de lo comprometido en campaña.

Que eso sea lo mejor para nuestro mundo no quita que estemos estupefactos ante una esperanza basada en el cinismo de las élites.

Sería conveniente analizar si el electorado americano ha perpetrado precisamente su “fuck-you” porqué se cansaron de que les tomen el pelo. De momento, el establishment mundial en lugar de tomar nota parece seguir bailando un foxtrot en la cubierta del titanic.


Política de Privacidad Política de Cookies © 1998-2024 juliaotero.net