Editorial del 10 de octubre de 2016

Hoy ha declarado en el juicio de las tarjetas Black precisamente el que las bautizó así en un correo en el 2009. En aquel escrito, Enrique de la Torre, exsecretario de Caja Madrid, consideraba esas tarjetas como “black a efectos fiscales” para los consejeros. Es decir, se cargaban sin más a los gastos generales de empresa pero eran inocuas a efectos de la declaración de la renta de los señores consejeros.

Lo más importante de la declaración de De la Torre es que ha negado que las tarjetas fueran parte de la retribución, pretexto utilizado hasta ahora por todos y cada uno de los acusados en este juicio, unos acusados que se pusieron de acuerdo para culpar a Enrique de la Torre de haberle dado instrucciones de uso equivocadas. Según de la Torre las tarjetas eran exclusivamente para gastos de representación de Caja Madrid. El momento álgido de su declaración se ha producido cuando la fiscalía le pregunta si los consejeros entendieron el mensaje. La respuesta de De la Torre ha sido que no había más que ver la composición del Consejo, “secretarios de Estado, secretarios de Comercio, presidente de la Patronal, (exministros de economía)... Todos sabían mejor que yo lo que era una tarjeta de gastos de representación”.

Cualquier acusado tiene derecho a defenderse y no está obligado a decir la verdad, de acuerdo, pero no deja de ser chocante que esos señores que pasaban por tan listos busquen disculpa en su falta de criterio y conocimiento. O sea, haciéndose pasar por tontos. Esperemos que no cuele.


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