Editorial del 23 de mayo de 2016

Aunque ya dice el refranero que es muy difícil escarmentar en cabeza ajena, no está mal que miremos a Austria y tomemos nota de lo que allí ha ocurrido en una contienda inédita en la que los partidos de siempre -o sea, conservadores y socialdemócratas- han sido literalmente barridos de la escena política.

Austria ha amanecido con el interrogante de si su presidente será un joven de extrema derecha o un señor mayor de ideología verde. O sea, Austria polarizada entre dos opciones antagónicas, contrapuestas, que no tienen nada que ver entre sí. Presidiera uno u otro lo haría contra la otra mitad porque no hay una zona de grises entre ambas opciones ideológicas. Desde hace media hora sabemos que es el candidato verde el nuevo presidente, o sea Alexander Van der Bellen. Bruselas está perpleja. Y con razón. Cuando el establishment político en toda Europa gobierna sin escuchar a sus ciudadanos y cómo si nada nuevo ocurriera... los ciudadanos gritan en las urnas para ser escuchados. Y cuando se grita, las opciones políticas que se escogen son también las que hablan más agresivamente. Las tentaciones polarizadoras en España son tan grandes como inquietantes. A ver si empezamos a darnos cuenta.


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