Editorial del 3 de marzo de 2016

Mientras se escriben artículos y se hacen tertulias repitiendo las palabras gruesas que todos hemos oído en el Congreso de los diputados durante la primera sesión de investidura, hoy algunos líderes o sus portavoces se han levantado disimulando y echando pelillos a la mar.

La señora Cospedal, por ejemplo, ha contado en la tele -porque a la tele van todos, no solo los acusados de haber sido engendrados como líderes en ella- que su jefe Rajoy “va a lucharlo” y que mañana mismo llamará a Pedro Sánchez para retomar su intento de formar gobierno. Es una noticia, desde luego, que Rajoy quiere “pelearlo”. Y sería noticia que el partido socialista se dejará convencer tras el discurso faltón que ayer escuchó del presidente en funciones. No fue el discurso del que quiere reconducir una relación apenas 24 horas después. Aunque es verdad que más cruel y destemplado estuvo Iglesias con Pedro Sánchez y sin embargo, ahí están los portavoces de Podemos volviendo a la esperanza de un gobierno puro de izquierdas.

Aunque la política pasa por ser el arte de lo posible para unos y el del engaño para otros, nadie da un duro por una investidura que ha colocado a sus protagonistas, Sánchez y Rivera, en una posición aseada, responsable y transversal, concepto este último que conlleva el mestizaje ideológico que tanto Podemos como el PP consideran poco menos que una herejía.


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