Editorial del 1 de febrero de 2016

El PP no votará a ningún candidato que no sea Rajoy. El partido socialista solo tiene claro que no indultará a Rajoy. Podemos no estará en un gobierno de coalición en el que esté Ciudadanos. Y Ciudadanos nunca daría apoyo a un ejecutivo en el que Podemos tuviera mando en plaza. Y el resto de grupos de la Cámara están también instalados en el NO o, como mucho, en la abstención.

Ese es el resumen de la situación, cuando se agotan las horas antes de que el rey, después de la segunda ronda de contactos, encargue la investidura a no se sabe quién. Los rumores indican que el PP presiona a Zarzuela para que no sea Rajoy, que sigue haciéndose el muerto. Algunas declaraciones dejan claro que Pedro Sánchez sí aceptaría la petición aunque solo fuera por no quedar como un cobarde.

Y así discurren los días, con muchos diputados -sobre todo los anteriormente llamados perroflautas- pagando pensiones y hoteles de tercera en espera de saber si pueden alquilarse un apartamento o si lo suyo es tan precario y provisional como lo de la mayoría de españoles. ¿Habrá nuevas elecciones?

Con la cartografía política que marcan las palabras de unos y otros, no parece que haya otra salida.

Todo parece indicar que solo hay dos líderes a los que esa opción no les vendría mal: uno es Rajoy y la otra Susana Díaz. ¿Y a los ciudadanos cómo nos viene? Responda cada cual según su criterio.


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