Editorial del 15 de enero de 2014

El PP de Extremadura, ha presentado una propuesta en el parlamento extremeño para instar al gobierno de su propio partido a que paralice la reforma de la ley del aborto.

Monago, que se había pronunciado meridianamente en contra de la reforma Gallardón, pide que haya una combinación de ley de plazos y supuestos que garantice la seguridad jurídica de las mujeres y, sobre todo, que conecte con la sociedad y sea reflejo de la España actual.

La iniciativa de los populares de Extremadura, por más que haya sentado como una patada en la espinilla del ministro de Justicia, habrá tenido sin embargo el efecto benéfico de no tener que pronunciarse esta tarde cuando la oposición en Extremadura pida al gobierno de Monago que se moje en el parlamento regional. El presidente de la Junta se adelanta y gana tiempo, aunque nadie puede negarle que es, de todos los disidentes de su partido, el más valiente.

Gallardón ha metido en un lío al gobierno, justo cuando nadie en Moncloa quiere hablar de otra cosa que no sea el supuesto cambio de ciclo económico. Una tormenta que no amainará. Al contrario.


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