Editorial del 2 de septiembre de 2013

España es un país asombrado que sin embargo ha asumido que nunca pasa nada. Se coleccionan los escándalos en una especie de historia interminable a la que a partir de hoy volveremos a seguir cada tarde. Por de pronto, que se vayan sentando los que pronosticaron cambio de rumbo y de ciertas personas en el gobierno de la nación. Rajoy parece dispuesto a ganar tiempo con la táctica del “laissez-faire”. Dejar hacer por ejemplo a los tribunales, sabiendo como sabe, aunque se dice poco, que el juez Ruz está investigando hechos que a día de hoy o no son delito -como la financiación irregular del partido, por escandaloso que nos resulte- o si lo son, delito, han prescrito.

Por lo demás, empieza un curso con tambores de guerra que vendrá bien a la economía americana y mal a los países en recesión como España y además dependientes energéticos del petróleo. Pagaremos más caro el barril, el saudí, claro. Eso sin tener en cuenta las consideraciones humanitarias que tan bien ha definido el Papa Francisco: “Nunca más la guerra. Queremos ser hombres y mujeres de paz”.

Y a la vuelta de la esquina, el día 11 de septiembre en Cataluña, la Diada, con Convergencia y Unió calentando en la banda con un eslogan que promete mucha distracción dialéctica: ”La España subsidiada, vive a costa de la Cataluña productiva“

En realidad, está todo donde lo dejamos a finales de julio.


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