Editorial del 22 de junio de 2009

La injusticia y la explotación, ¿son conceptos relativos y universales? Lo que para una persona resulta intolerable, ¿puede ser llevadero, incluso apetecible para otra?

Esas preguntas que abren un enorme dilema moral, vienen a cuento por los 450 chinos “liberados” por la policía en Mataró. Si la semana pasada acabó con esa gran redada policial que puso al descubierto que la esclavitud existe y vive aquí al lado, entre nosotros, este lunes ha amanecido con otra evidencia dolorosa: los chinos salvados dicen que ahora sí que son víctimas. No tienen trabajo ni siquiera un lugar en el que dormir. Dicen que según los occidentales son explotados pero que en su país estarían mucho peor. Por eso se fueron, o sea, que no sólo no les hemos salvado sino que les hemos enviado al infierno.

Y bien, no me digan que el asunto no obliga a una reflexión de largo recorrido. ¿Salvar a la fuerza o quedarse de brazos cruzados, mirando para otro lado o tapándose la nariz? hoy hablamos de ello en El Gabinete


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