Artículo publicado en la sección 'Al contrataque' de la edición del día 19 de julio de 2013

Hubo un tiempo en que los periodistas que nos quedábamos de guardia durante las vacaciones de los demás, sufríamos auténticas calamidades para rellenar con dignidad el espacio que nos habían encomendado. Los periódicos adelgazaban en verano kilos de páginas y los programas de radio se convertían en «propuestas refrescantes», todo un eufemismo con el que justificar la insoportable levedad de sus contenidos. Cuando ocurría alguna cosa en aquel país previsible que cerraba por vacaciones y echaba persianas en los negocios durante un mes entero, nos lanzábamos todos a la noticia con la avidez del hambriento. Hubo incluso quien puso nombre a tanta irrelevancia informativa: serpiente de verano, un bicho periodístico muy inofensivo con el que nos entreteníamos a la espera de que apareciese el siguiente. No hay colega que no haya celebrado una plaga de mosquitos-tigre, un ataque masivo de medusas en la Manga del Mar Menor o una auténtica serpiente de dos metros paseándose por los tejados de un bloque de viviendas y sembrando el pánico (cosa que ocurrió en Motril en el 2008). Una salmonelosis masiva -en una boda por ejemplo- también era una bendición. Entiéndanme. No es que seamos los periodistas malas personas, es que nos piden carne cada día y algo hay que poner en el plato. Y no se hagan los inocentes que a ustedes también les pone lo truculento y las zonas oscuras de la realidad.

Desde hace unos años, sin embargo, el verano se ha convertido en una jungla de noticias y acontecimientos, dignos de cualquier otra estación. Los privilegiados que podemos tomarnos unas semanas de descanso, nos vamos casi a rastras y asustados. Dedicándonos como nos dedicamos a la verdad cambiante -eso es la información en definitiva- tememos que en nuestra ausencia ocurran cosas extraordinarias que nos hagan perder el hilo del relato. O del cuento, dado como están ahora mismo las cosas.

Todo y nada es posible

Hoy me despido de ustedes hasta septiembre ignorando, por ejemplo, si el 24 de julio volverá el PP a usar su mayoría absoluta para impedir por octava vez que el presidente comparezca en sede parlamentaria y nos cuente como a ciudadanos lo que hasta ahora se ha resistido a hacer rozando un escapismo casi ridículo. Una nueva negativa de Rajoy a explicarse en la Cámara provocaría la presentación de una moción de censura por parte de Rubalcaba, la tercera en la historia de la democracia española y, desde luego, la primera que podría celebrarse en plena canícula. Sería excepcional pero en este punto de la historia, nadie sabe cuál es la siguiente curva del Dragón Khan.

Los rigores del verano serán especialmente duros en Soto del Real, así que tampoco se puede descartar que su inquilino más famoso siga enviando recados a través de los medios. Todo y nada es posible, aunque lo más probable es que en septiembre el sainete esté donde lo dejamos hoy. La vida es eso que discurre mientras nos toman el pelo.

Feliz verano.


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