Artículo publicado en la sección 'Al contrataque' de la edición del día 16 de noviembre de 2012

Como en política no existe la casualidad, habrá sido la causalidad lo que llevó al comisario económico y monetario de la UE, Olli Rehn, a comparecer ante los medios el mismo día de la huelga general. A última hora de la mañana del #14N, Bruselas anunció no solo que el comisario iba a tener unas palabras en público, sino que además iba a referirse a España. La expectación era máxima. Si la cosa no podía esperar, es que el anuncio solo podía ser bueno para el país. ¿Sería un poco más de tiempo para los ajustes presupuestarios? Pero a las cuatro de la tarde del día de la segunda huelga general en ocho meses -pura coincidencia, insisto- el señor Rehn apareció solamente para darnos una palmada en el lomo: dijo que estamos haciendo tan bien los sacrificios que de aquí a finales del 2013 no será necesario aumentar el tratamiento. Para que no cupiese la menor duda, el comisario citó expresamente, como factores satisfactorios para la salud del enfermo, la reforma laboral y la reestructuración del sistema financiero. «Espaldarazo a la política económica del Gobierno», se apresuraron a sentenciar los hooligans monclovitas, sin reparar en que lo del señor Rehn es onanismo estricto. ¿Cómo no le va a gustar la política económica del Gobierno si es la que él manda y da gusto a la Comisión? Dado que la memoria y la vergüenza son incómodas compañeras de viaje, cuentan con que hayamos olvidado que hace menos de una semana el mismo rubio finlandés conminaba a España a aclarar cuanto antes dónde se efectuarían los nuevos recortes. Recordemos que la previsión del Gobierno español es un crecimiento del PIB del 0,5% para el 2013, cuando Bruselas insiste en que decrecerá el 1,4%. O sea, que los Presupuestos para el año que viene están oxidados antes de estrenarse. De ahí la prisa de Rehn para concretar «los ajustes adicionales» o, dicho sin anestesia, por dónde van a meter la tijera.

Temor a la presión social

Si la huelga general fue un fracaso, según diagnóstico de la derecha política y mediática -en algún caso prodigioso, dicho incluso el día antes-, no se entiende que el comisario económico acudiera raudo a desmentirse a sí mismo el día que cientos de miles de personas salieron a la calle para hacer una enmienda a la totalidad. ¿Significa eso que se teme la presión social? No hay duda. ¿Alguien cree que el comunicado de la Asociación Española de Banca anunciando dos años de moratoria en los desahucios en circunstancias de extrema necesidad obedece a una decisión espontánea tomada por los banqueros un domingo al salir de misa?

Por cierto, habrá que estar atentos. La voracidad con la que se consumen noticias y titulares convierte rápidamente en viejos asuntos principales que abandonamos tan pronto aparecen otros que ocupan su lugar. Se impone la constancia. Y la memoria. Si no, como dice una sentencia gallega atribuida a Castelao, asumamos que «mexan por nós e hai que dicir que chove». Disculpen que no traduzca. Ya nos entendemos.


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