Después de 17 años de programa diario, la periodista se pasa a las mañanas de los fines de semana en Onda Cero

La Razón, 20 de septiembre de 2024

Por David Jaramillo

Para quienes disfrutamos de la radio, el arribo de Julia Otero a las mañanas de los fines de semana de Onda Cero ha resultado tan sorpresivo como agradable. Si bien, ya sabíamos de su propio deseo de bajar un poco la intensidad de su presencia en las ondas sonoras, poder seguir contando con una de las voces más reconocibles de la radio española no deja de ser una alegría y un privilegio. Razón suficiente para hablar con ella de su nueva etapa al frente de “Julia en la Onda”.

¿Cómo ha sido el cambio, Julia, del diario al fin de semana?

Fíjate, estos días estamos todo el equipo extrañado porque, cada día, todos escuchamos y vemos el mundo buscando algo para contar ese día por la tarde, como un automatismo natural. Entonces tenemos que recordar luego que no vamos hasta el sábado. Tenemos que perder la pulsión periodística de seguir la realidad día a día. Es verdad que la actualidad nos sigue importando, y también le dedicamos un tiempo en el fin de semana también, pero a día de hoy no he notado un cambio diferente, porque todo lo que es nuevo, todo lo que hay que fabricar de nuevo hay que dedicarle mucho tiempo para estar seguro de las decisiones que tomas. Espero que dentro de unas semanas, cuando ya podamos funcionar a velocidad de crucero, consiga lo que pretendía con este cambio y que motivo mi petición al Grupo, que no es otra cosa que tener un poco más de tiempo para vivir la vida.

Lo entiendo.

Es que son 17 años con 20 horas semanales de radio, sólo en antena, sin contar con todo lo que hay detrás. Cuando salía de la radio estaba derrotada. No tenía ganas de ir ni al teatro, ni al cine ni a nada. Ni siquiera de ir cenar con los amigos. Entonces, bueno, espero encontrar ese tiempo a día de hoy no lo tengo porque quiero tener todo muy atado en esta nueva etapa, pero sé que más adelante esto me servirá para poder disfrutar de las pequeñas cosas.

Supongo que este nuevo ritmo, esta pulsión un poco más tranquila, también se transmite en el programa y vendrá motivada, en parte, por su experiencia vital.

Yo también supongo que sí, aunque el programa mantiene el dinamismo que siempre me ha caracterizado porque, además, el gusto por la vida nunca lo nunca lo he perdido y siempre he intentado comunicarlo en todos los programas que he hecho. Creo que el buen comunicador nunca puede dejar ese latido olvidado. A quien te está escuchando hay que transmitirle esa vida, sea hablando de política, de cine, de teatro, haciendo una entrevista a un deportista, o sea, en un debate... Es decir, creo que en eso no va a cambiar porque soy heredera de mi propia tradición, mi propia historia y mi trayectoria. Desde luego la voy a mantener el fin de semana con mucha más razón, pues es un momento en el que parece que el tiempo nos va a permitir un tono más tranquilo, más festivo. Más vinculado al ocio.

Habiendo pasado por todos los medios, ¿por qué se queda con la radio?

La radio es maravillosa. En radio solo tenemos tres cosas: palabras, silencio y música. No hay nada más y entonces hay que saber jugar con ellas para transmitir todo lo que seas capaz de transmitir. O sea, hacer radio no es abrir un micrófono y hablar, no puede ser solamente eso. De niña, de adolescente, de joven y luego ya de profesional he estado muy ligada a este medio y eso lo convierte en un medio especial para mí, que es además, al que más horas de mi vida he dedicado. He estado miles de horas en la radio y no es una exageración, es que he hecho miles de horas en la radio y eso finalmente, forma parte de la mochila no solamente profesional, sino sentimental y personal, obviamente. Por supuesto, porque llegar a ella supuso un chupinazo, un impulso brutal que me ha permitido acelerar la velocidad de mi vuelta a la radio con más fuerza. La radio es un medio de comunicación perfecto y por eso me gusta mimar mucho el producto que ofrecemos.

¿Cuál es ese elemento diferencial que la hace tan especial?

Lo primero es que la radio como medio me conecta con la memoria incluso de la infancia, pero eso es personal. Creo que es el medio en el que la distancia entre el que emite y el que recibe es más corta. Es tan corta que te puede llegar a sentir como parte de su familia si entras en esa casa todos los días, o sea, ese medio de comunicación en el que el artefacto que usamos para comunicarnos finalmente se diluye, desaparece, solo queda el sonido. O sea, en la tele hay un cacharro ahí delante que estamos viendo, pero con la radio puedes hacer tu vida normal y tienes su compañía constante, no hay nada en medio, estamos ahí todos juntos y le hablas a esa persona que está escuchándote.

 


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