europapress.es, 7 de octubre de 2011

Por Alba González

Una temporada más Julia Otero se ha incorporado a su programa de la tarde de Onda Cero. La 'reina de las ondas' en Barcelona, que ha cumplido este año 52 años, no echa de menos sus años en la pequeña pantalla.

No le gusta el tipo de televisión que se hace en la actualidad y prefiere seguir trabajando en la radio. Celosa de su vida familia, sólo habla de su hija, Candela, quien no seguirá sus pasos. Será médico como su padre.

- ¿Cuáles son las novedades de esta temporada en 'Julia en la Onda'?
- Las novedades son añadir algunos nombres al grupo de personas que tengo como colaboradores. Creo que hemos conseguido un magazín de tarde, una revista de actualidad, que no deja ninguna disciplina fuera y que busca complacer al oyente más exigente. Sea cual sea su posición ideológica. Me siento feliz porque tengo este año todo lo que quería y aspiraba a conseguir.

- ¿Crees que una de tus bazas, precisamente, es que todas las ideologías se ven representadas en tu programa?
- Es la gran baza de la cadena en general. Aquí los programas de mañana no se parecen a los de tarde y los de la tarde no tienen nada que ver con los de la noche. Algunos lo ven un hándicap, pero es nuestra apuesta de diferenciación respecto a los demás. No sólo somos distintos entre los presentadores de los diferentes programas, también entre los propios colaboradores.

- El lema para esta nueva temporada de la cadena es: 'Que no se cambie nada, que todo va bien', pero imagino que esperarás más ¿no?
- Bueno, yo sigo dos premisas. La primera, no tocar lo que está funcionando; y la segunda, no debemos tener miedo a los cambios. No es bueno acomodarse. Tocar, innovar, ensañar, probar... todo es bueno. No hay que esperar que las cosas mueran de éxito. Cada temporada tenemos que conseguir una cierta sorpresa en el oyente, que las tres horas nunca le parezcan igual.

- Una de las novedades de este periodismo son la utilidad de las redes sociales. ¿Tendrán cabida en tu programa?
- ¡Claro! Van a ser muy importantes en el programa. Los que aún no creen que las redes sociales vayan a cambiar el mundo, se van a dar un día de bruces con la realidad. En JELO lo hemos entendido, y vamos a apostar porque Facebook y Twitter formen parte. De hecho, ya hemos notado ese feedback con los oyentes. Vamos a hacer una radio que se vea.

- ¿Crees entonces que el periodismo de hoy en día ha cambiado?
- Está cambiando a una velocidad de vértigo, y en algunos casos -y eso sí es preocupante- está desapareciendo. El periodista no dejaba de ser el intermediario entre lo que ocurría y el que quería saber que pasaba. Ahora, en algunos casos, se elimina ese intermediario, que tenía un código deontológico para actuar y que contrastaba las informaciones y la fuente, y ahora sin anestesia, se distribuye esa información. Conlleva inmediatez, pero también encierra peligros. Prescindir del periodista tiene consecuencias.

- Ahora, sorprende que determinados periodistas sean capaces de cabrear a un político porque sus preguntas le incomoden. ¿El periodismo se está acomodando?
- Más que acomodarnos, estamos instalados en una tremenda mansedumbre. Empezamos por aceptar que no hubiera preguntas en las ruedas de prensa, tratamos que nos convoquen para echarnos después de decir 'no se aceptan preguntas', y tras esto hemos ido tragando sapos cada vez mayores y estamos en un momento delicado en el que tendremos que luchar por nuestro oficio. Un oficio que peligra, desde luego. Lógicamente, hay intereses empresariales de los grupos de comunicación... Es un momento delicado.

- ¿Qué es lo más complicado de hacer un programa que dura tantas horas?
- Lo más complicado es que no haya tiempos muertos, que no haya tiempos de peor calidad que otros. Mantener desde las 4 hasta las 7 un nivel de calidad, es muy complicado, y más ahora que el zapping radiofónico también existe. Hay que pelear cada minuto en la radio.

- ¿Por qué ya no se te ve en televisión? ¿No es lo que era o es que no te apetece?
- La televisión es exactamente lo mismo que era, un medio maravilloso que puede pervertirse en manos de según quien, o puede ser grandioso en manos de otras. La televisión que a mí me gusta hacer, no es la televisión que ahora mismo se lleva. Yo estoy cómodamente instalada en la radio.

- Veinte años los que cumples en Onda Cero...
- Sí, yo estaba en aquel 1991. 'Time goes by' como se decía en Casablanca. El tiempo pasa, la verdad. El país ha cambiado extraordinariamente. Hemos cambiado nosotros y el mundo en el que estamos. Además, no sabemos aún como es el mundo que llegará. Por primera vez, tenemos enormes incógnitas sobre si lo que viene, se parecerá en algo de lo que hemos aprendido y lo que conocemos de nuestros padres. Momento apasionante y, a la vez, de enormes incertidumbres.

- El año pasado, te dieron en Vitoria el premio Joan Mainat por tu trayectoria profesional. Que te premien a los 50 años por ello, ¿cómo te lo tomas?
- Bueno, el mismo año, se lo dieron a Jesús Vázquez, que tiene alguno menos que yo. Él también se mosqueó diciendo que no tenía edad. (Risas) Bienvenido sean los premios. Siempre son esa palmada en el hombro, que nunca sientan mal. Mientras no me den el premio a vieja gloria...

- ¿Te gustaría que tu hija siguiera tus pasos?
- No. Ya está descartado. Lo ha descartado ella. Me ha dado una enorme alegría. Ser la 'hija de' en el mismo trabajo, todo el mundo entiende, que no es nada fácil. De modo que, mejor que empiece desde cero en otro mundo. Ella quiere ser médico, como su padre.


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