ABC, 23 de agosto de 2003

MANUEL DE LA FUENTE

-Todo el mundo dice que cada vez las vacaciones se hacen más cortas, espero que le haya dado tiempo a desconectar, a «dessintonizarse», con perdón del palabro.

-Sí, la verdad es que tengo cierta facilidad para poder desconectar, sobre todo si estoy con la gente que quiero y en un lugar como el Pirineo. Además, aunque mi trabajo me gusta y me llena mucho, no es lo más importante de mi vida.

-Dicen los músicos, los toreros, en general la gente del arte y del espectáculo, que aunque se tengan tablas y experiencia es bueno sentir nervios ante un nuevo estreno o una nueva temporada, porque eso es señal de que a uno aún le ilusiona y le importa lo que hace. En su caso, ¿cómo se está portando el gusanillo?

-Sí, en cierta medida hay que reconocer que es un tópico, pero maldita la gracia. Por supuesto que siento el gusanillo por ahí dentro en estos momentos. Además, he de que decir que con el tiempo cada vez tengo más inquietudes y más dudas, y también mucho más acentuado el sentido de la responsabilidad, sobre todo en estos tiempos en los que hay tanta radiobasura. Porque sí, se habla mucho de telebasura, pero también hay mucha radiobasura, y también mucha basura en los medios impresos. Es lo que yo llamo el periodismo detritus.

-A punto de comenzar una nueva temporada, en sus dos horas de «Protagonistas», ¿se va a ver obligada a cerrarle la puerta a alguien o a algo?

-Lo primero que hay que hacer antes de echarse a andar es rodearse de colaboradores que enriquezcan el espacio que uno hace, y no que lo denigren. Creo que es necesario una especie de libro de estilo del programa. Por supuesto, se tendrá el máximo respeto por todas las ideas, eso es sagrado, pero hay que ser exquisitos con las formas. En ese sentido, la ruindad moral y la mezquindad conmigo no tienen nada que hacer. Es lo mínimo que se puede exigir, y son cosas que yo y mucha gente hemos aprendido desde pequeños, como personas: no es necesario ir a la universidad para respetar a los demás. En cualquier caso, llega un momento en el que ponerse a reivindicar cosas tan obvias como éstas ya empieza a dar cierta pereza.

-Usted ha trabajado por la noche, por la tarde y también por la mañana. ¿Cambia el menú radiofónico en virtud del horario, cambian los ingredientes?

-Sí, sí que varía. Mi tiempo en «Protagonistas» va a ser entre las 10 y las 12, y hay que tener presente lo que te precede. Por la tarde, uno se encuentra con casi todo el pescado vendido, mientras que las noches son para la tertulia y la reflexión. La primera hora de la mañana trae pareja cierta urgencia que puede ser una compañera peligrosa, mientras que por la tarde ya se encuentra uno con réplicas y más réplicas.

-La montaña rusa informativa da un poquito de vértigo.

-Lo cierto es que vivimos un mundo frenético en el que el oyente exige saber el qué, cómo, quién dónde, cuándo y por qué al instante. Es excitante, pero también tiene el riesgo de una especie de información «fast-food», una información que se digiera rápido, con lo que surge un claro riesgo para la verdad. En cualquier caso, nosotros, a las diez, empezaremos a acercarnos a otras cosas.

-¿Está preparada para su correspondiente ración de audiencias, para la habitual y a veces temida empanada de datos?

-Soy totalmente consciente de que quien me contrata espera una audiencia importante, desde luego, y espera que yo sea competitiva, es algo evidente. Y yo, por mi parte, no puedo exigirme menos a mí misma que lo que me exige el que me contrata. En cualquier caso, lo que quiero es que en Punto Radio sigamos sumando, poquito a poco. Además, por pura vocación periodística, por puro instinto profesional, estoy obligada a ir siempre a por todas, a por lo máximo, pero insisto, no a cualquier precio.

-Después del trabajo sufre el síndrome de deformación profesional, es decir, ¿«toma notas» cuando ve u oye un programa?

-Por supuesto que tengo deformación, tanta que casi llega a la monstruosidad, pero soy incapaz de no hacerlo. Es difícil entonces distinguir al espectador y al radioyente del profesional. Desde luego, el ojo crítico no me lo quito de encima de ninguna manera.


Política de Privacidad Política de Cookies © 1998-2024 juliaotero.net