Suplemento 'El viajero' de El País, 12 de marzo de 2005

VIRGINIA GALVÍN

En su boca, la Patagonia admite todo el campo semántico de la inmensidad. La periodista catalana, que se asoma cada semana al televisor con su programa Las cerezas (TVE), nos relata sus impresiones.

Parece que no duda al elegir el viaje de su vida.

Es el más recurrente. Año 1994. Lo tengo tan mitificado que temo volver, por lo que haya podido cambiar. La Patagonia y su magnitud consiguieron que los viajes de después parecieran de juguete.

Y además en invierno, con toda la dureza del clima...

Sí, en esa época la gente va a esquiar a Bariloche, no a asomarse frente al Perito Moreno, como hice yo. Sola, escuchando ese ruido entre siniestro y mágico del hielo, tan difícil de explicar. Es como la rotura de una copa de cristal, pero sin ese final dramático del golpe contra el suelo.

¿No se relacionó con el Homo sapiens?

Sí, en Calafate, un pueblo junto al Perito Moreno. Allí vivían familias progres con muchos hijos que habían abandonado sus carreras brillantes en la civilización. Parecido a la Ibiza de los setenta.

¿Le tentó quedarse?

Entonces, no. Aún conservaba cierto optimismo respecto al mundo. Ahora hay momentos en que pienso en Calafate y me digo: ¿por qué no?

¿El viaje le cambia a uno?

Más bien creo que uno cambia a los lugares. Un mal viaje al paraíso puede llevarte al infierno, y también a la inversa.


Política de Privacidad Política de Cookies © 1998-2024 juliaotero.net