Entrevista publicada en la revista Tiempo del 5 de diciembre de 1994

Lenta pero segura, Julia Otero prepara su regreso a la televisión después de tres años de ausencia. La popular periodista acaba de conseguir el Premio Ondas por “La Radio de Julia”, en Onda Cero.

- ¿Qué ha significado para usted conseguir el Premio Ondas de Radio con un programa por el que muchos no daban un duro?

- Cualquier premio implica cierto reconocimiento de los índices de audiencia. Pero el Ondas es para mí la consecución de un sueño de adolescente.

- Se olvidó de decir aquello tan tópico de “todo se lo debo a mi equipo”.

- Es que eso se da por sentado. Es tan de Perogrullo que yo sola no podría hacer el programa que decirlo me parece una obviedad.

- Dicen que el éxito genera envidias. ¿Le preocupa?

- Admitir que alguien te envidia es un acto de soberbia. En todo caso, pienso que sólo te pueden agredir aquéllos a los que quieres.

- ¿Quién escoge los temas de su “gabinete”?

- El consejo de redacción del programa.

- Desde el “Wonderbra” hasta el Estado de las Autonomías, pasando por algo tan filosófico como la felicidad, parece que cualquier tema tiene cabida en su espacio.

- He aprendido que el periodista que está todo el día dedicado a su oficio, rodeado de otros periodistas y hablando sólo de los temas que interesan a los periodistas, tiene que hacer un gran esfuerzo para salir a la calle y darse cuenta de que a veces nos metemos en trifulcas que a la gente no le importan nada.

- ¿Se refiere usted a los temas políticos?

- Cuanto más se crispa el país, más me planteo la necesidad de tres horas de radio en las que hay cierta serenidad y que, como mucho, se dan las claves para que la gente sospeche de las verdades absolutas. Porque yo no sé nada, y cuanto más tiempo pasa, menos entiendo de nada. En el fondo, a la gente le interesan las cosas cotidianas. Hay temas universales que nos motivan a todos.

- ¿Por ejemplo?

- El amor, la pasión, el odio, la venganza... En realidad, la lucha política también se mueve en torno a las pasiones.

- Filesa, PSV, De la Rosa, Palomino... Elija usted un escándalo.

- A mí me escandaliza que el Vaticano siga prohibiendo el preservativo en la década del SIDA, que mueran mujeres a consecuencia de los malos tratos de sus maridos, que haya gente cobrando 40 ó 50.000 pesetas y trabajando diez horas diarias. La pobreza y la marginalidad me escandalizan más que los grandes titulares de los periódicos.

- ¿No se siente un poco maestra de escuela cuando los miembros de su “gabinete” se desmadran?

- Resulta difícil mantener la atmósfera necesaria para que el gabinete sea una charla viva, lo menos accidentada posible y, sobre todo, inteligible. Cuando hablan todos a la vez es imposible entenderse.

- Da la impresión de que usted es de las que se enamora de los personajes.

- Cuesta mucho enamorarse de un político en campaña electoral.

- No se salga usted por la tangente.

- Hay personajes con los que sufres auténtico síndrome de Estocolmo. Saramago, Salinas, Torrente... Cuando te sientas delante de alguien, le miras a los ojos y te olvidas del cuestionario que has preparado... Yo me enamoro de la gente de la que aprendo.

- ¿Aún está en fase de desencanto con la televisión?

- Estoy aproximándome peligrosamente al área de atracción de la tele. Es probable, no digo que seguro, que regrese a la televisión el próximo año.

- ¿De qué depende su regreso a la pequeña pantalla?

- Sobre todo de que me dejen hacer el programa que yo quiero hacer.

- ¿Cómo es ese programa?

- Un pelín provocador y subversivo.

- ¿La versión televisiva de “La Radio de Julia?

- Creo que algunas de las experiencias que he ido acumulando a lo largo de tres años de radio pueden ser rentabilizadas también en la televisión. Se trataría de un programa en el que se escuchen cosas, como ocurre con El gabinete, que no se escuchan fácilmente. Un programa un poco alejado de la ortodoxia del pensamiento imperante, pero que tampoco esté en la otra ortodoxia de contradecir sistemáticamente.

- Ya sólo falta que me diga dónde. ¿Televisión pública o privada?

- Estoy agradecida a la televisión privada porque desde su aparición no ha dejado de proponerme cada cierto tiempo que me incorpore a sus filas. Pero confieso que mi única experiencia en televisión ha sido en empresas públicas, en TVE y TV3, y que no estoy descontenta de esa experiencia.


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