Entrevista publicada en el número del 8 de enero de 1990 de la revista Tiempo
Texto: Marimont Mora
Julia Otero deja el programa La Luna después de que personajes como Alfonso Guerra y Mario Conde se le han atragantado. A pesar de las ofertas que ha recibido de otras televisiones, Julia ha preferido quedarse en TVE para preparar un nuevo espacio que se emitirá por la tarde.
- Además de popularidad, ¿qué le ha aportado el influjo de «La Luna»?
- Muchas satisfacciones personales. Estoy muy orgullosa de haber conseguido la amistad de algunas de las personas que han pasado por el programa.
- Da la impresión de que usted se enamora de los personajes que entrevista.
- Intento que la gente que viene a mi programa me guste. Es cierto que con algunos tenía mejor predisposición. Pero, incluso con los invitados que personalmente me interesaban menos, he descubierto que tenían rincones apasionantes.
- ¿También Alfonso Guerra?
- Ya sé que a sus detractores les da una patada en el hígado pensar que es un tipo encantador.
- ¿No es tan fiero el león como lo pintan?
- Cuando Alfonso Guerra no ejerce de hombre feroz, algo que sabe ejercer muy bien, se despoja de su papel de hombre público y te quedas con el hombre a secas. Y es encantador.
- ¿Está segura?
- Las tres veces que nos hemos visto a propósito de la entrevista ha sido así. Me puede haber engañado, pero me da igual. En el fondo, todos engañamos a todos con nuestras actitudes.
- ¿Cómo consiguió convencer a Mario Conde para que acudiera al programa?
- Pues llamando por teléfono. Sé que en algunos medios se ha interpretado de una forma absolutamente salida de madre. A veces, las cosas sencillas son tan sencillas que se les busca interpretaciones. Hace nueve meses que empecé a hacer gestiones para que Mario Conde viniera a La Luna. Tenía su palabra de que vendría y, finalmente, vino al último programa.
- ¿En qué términos ha pactado estas entrevistas?
- Nadie me ha dado ni una sola indicación de lo que podía y no podía preguntar. Yo soy la última y la única responsable de lo que ha salido en pantalla. Si quieren poner verde a alguien, que me pongan a mí. Pero yo no he pactado con nadie, ni he tenido que hacerlo nunca. Si yo tengo que hacer una entrevista pactada, no la hago. Así de claro.
- ¿Es cierto que escribe un diario?
- No es un diario. Son varias libretas y folios donde escribo cosas que me pasan. Tengo la obsesión de atrapar el presente y la única forma de hacerlo es escribiendo, porque la memoria es perezosa y embustera y acaba traicionándote. Pero ni escribo todos los días ni es un diario de sensaciones íntimas.
- ¿Qué tipo de cosas escribe en esas libretas?
- A veces, es una anotación sobre un cabreo y la razón por la que me he cabreado ese día. Un poco, es mi psiquiatra particular. Es una manera de sacar angustias y melancolías.
- ¿Es un buen material para unas memorias?
- No. Me daría auténtica vergüenza publicarlo. Quizá, otras cosas que tengo escritas desde hace tiempo podrían ser material literario, porque escribir es una asignatura, que tengo pendiente y que espero aprobar algún día.
- ¿Qué ha pasado con el anuncio de rebajas de unos grandes almacenes que iba usted a hacer en enero?
- El consejo de administración de RTVE ha dicho, el día 5 de diciembre, que no podía hacerlo. Si hace tres meses, cuando se presentó la solicitud, hubieran dicho algo, yo habría intentado acabar el programa dos semanas antes.
- Siempre le quedaba el recurso de despedirse a la torera.
- Yo soy una señora y eso no me parecería ético. Pero no pasa nada, aunque este anuncio hubiera sido un bonito regalo de Reyes.
- Unos treinta millones de pesetas, según dicen.
- Ni mucho menos. Se trataba de unos ingresos mucho más discretos.
- ¿Está de acuerdo con las normas de admisión de publicidad de RTVE?
- Imagino que hay leyes en el Estatuto de RTVE que deberán considerarse o modificarse en un futuro, por la competencia de las cadenas privadas. Este es el caso de la ley que prohibe hacer publicidad, porque puede darse el caso un tanto surrealista de que una persona que trabaje en TVE pueda hacer un spot que se emita en el resto de cadenas de televisión.
- ¿Es cierto que a usted se la rifan las distintas emisoras de televisión?
- Lo que he hecho en los últimos meses ha sido, básicamente, intercambiar impresiones y tomar muchos tés con limón con mucha gente. Pero no tengo nada concreto.
- ¿No le seduce la idea de trabajar en una cadena privada?
- Tengo la sensación de que durante este primer año la gente que estamos en la empresa pública queremos continuar en TVE. Todo parece indicar que el primer año de la televisión privada va a ser un poco testimonial. Quizá, nos da miedo un desgaste profesional cuando las privadas aún no están consolidadas. Tengo la intención de continuar en TVE, si a la casa le interesa.
- ¿Qué tipo de programa le apetece hacer ahora?
- Un programa un poquito más largo, en el que ocurran más cosas, y en el que el plató sea un espacio físico no hostil.
- ¿Está usted definiendo un espacio matinal?
- No necesariamente. En cualquier caso, no estoy definiendo un programa diario. Ya me he curado ese virus. Aunque me gusta mucho mi profesión, yo trabajo para vivir, no vivo para trabajar.
- ¿Tiene ya un proyecto concreto?
- Existe el proyecto de un programa semanal, ni de noche ni de mañana. Tengo bastante claro cómo me gustaría que fuera, pero falta que la empresa y yo lleguemos a un acuerdo. No obstante, este programa sería nuevamente un reto.
- ¿Le gustan los retos?
- Tienen su gracia. Sería empezar otra vez en una franja horaria que está casi virgen desde hace mucho tiempo. No quiero decir más porque todavía se puede hundir el proyecto.
- ¿Cuántos premios de televisión le han otorgado durante el último año?
- Cuatro.
- ¿Le han servido para algo?
- Los premios sirven para tener un currículum monísimo. Todo ayuda, pero lo que de verdad importa es que haya una audiencia que respalde tu trabajo. Puedes estar muy galardonado, pero si pinchas, no te sirve para nada.