lavozlibre.com, 28 de septiembre de 2012

La periodista critica a los "hooligans" de uno y otro lado y dice estar cansada de "exabruptos" por estar "en ninguna parte"

La periodista Julia Otero se refiere al asunto de la posible secesión de Cataluña en su columna de este viernes de ‘El Periódico’, en la que critica a los “holligans” de uno y otro lado e intenta que se comprenda que se puede estar “en ninguna parte”, pues, según dice, “hay infinidad de individuos sin más patria que la gente que quiere”.

“Pasar por separatista en Madrid y españolista en Cataluña es una excitante experiencia vital que, cuando no mata, alimenta enormemente la capacidad de supervivencia. Suele decirse que estar en esa especie de limbo o tierra de nadie genera una provechosa distancia crítica. Falso de toda falsedad: es extenuante. Muchos ciudadanos de Cataluña sabrán de qué hablo: ellos también se sienten a menudo puentes sobre aguas turbulentas. Pero ya se sabe que, en tiempos de guerra, los puentes son los primeros en ser bombardeados por cualquiera de los dos ejércitos”, explica la locutora de ‘Onda Cero’.

Julia Otero, que aunque nacida en Monforte de Lemos (Lugo) ha vivido desde niña en Barcelona, dice que “en estos tiempos críticos, los hooligans no quieren actitudes tibias”. “No les basta el respeto escrupuloso a su posición, exigen adhesión inquebrantable. Un detalle de debilidad, esto es, cualquier razonamiento que pretenda explicar lo que no alcanzan a comprender puede saldarse con un exabrupto del tamaño de su intolerancia”, añade.

“Se preguntaban hace un par de días, en uno de esos canales cafres, qué votaríamos los charnegos en un hipotético referendo en Cataluña. Les avanzo que nos tienen clasificados en dos grandes grupos, a saber, los traidores, también llamados "estómagos agradecidos", y los buenos patriotas, españoles por supuesto. Esos tipos, como decía el chascarrillo que corrió por las redes, provocan deseos irrefrenables de tatuarse la estelada en lugar visible”, comenta.

“Pero en España hay, sobre todo, millones de españoles de los que no apetece independizarse. Son, por ejemplo, esos viejos campesinos gallegos, castellanos o andaluces que se quedaron solos en las aldeas mientras los jóvenes emigraban a Cataluña en busca de otra suerte para sus hijos. Esos territorios son hoy mucho más prósperos gracias a una solidaridad interterritorial -también alemana- de la que muchos estamos orgullosos y a la que no quisiéramos renunciar. ¿Nos convierte eso en españolistas rancios? A ojos del sector hooligan, sin duda, pero acostumbrados a ser tildados de "estómagos agradecidos" por la hinchada mesetaria, comprenderán que no nos impresione lo más mínimo”, subraya.

Según Julia Otero, “en medio de la guerra de banderas, perplejos y en silencio para recibir lo menos posible, están infinidad de individuos sin más patria que la gente que quiere y sin otro deseo que vivir dignamente”. “Vienen tiempos apasionantes para los que tienen profundos sentimientos patrióticos. Tienen suerte. No saben lo incómodo que es estar en ninguna parte. Tal vez la solución a la metafísica de España -como calificaba Manuel Vázquez Montalbán a este eterno debate ibérico- es la que apuntó sutilmente el 'president' Pasqual Maragall en aquel memorable artículo llamado 'Madrid se va'. Y no es otra que la independencia. La de Madrid”, concluye.


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