La Voz de Galicia, 18 de noviembre de 2004

Acuciada por los malos resultados de audiencia, la periodista gallega intenta levantar el vuelo con primeros planos de la colocación de un «piercing» en un prepucio a las 23.40 horas

Lois Blanco

La gallega Julia Otero regresó a la televisión nacional con un programa de nombre pretencioso (Las cerezas) y la aureola de periodista acosada en los años del aznarismo. Como si de una exiliada se tratase, volvió hace cuatro semanas a las noches de TVE para imprimir un nuevo estilo a la cadena del nuevo Gobierno: más inteligencia y menos basura, se decía.

Pero Julia pinchó la primera semana con una audiencia del 18%; la segunda, con un 14%; y la tercera, con un 13% pelado. Abandonada por el público, UGT difundió el contrato por el que el ente público sufraga a la productora de Julia (todos los presentadores son empresas) 120.000 euros por semana.

Este último martes, acosada por el fracaso de audiencia, el nuevo estilo se transmutó en varios minutos de un primer plano de un pene maleado por las manos de un señor que agujereaba el prepucio para instalar un piercing de dos cabezas.

Al ser Las cerezas un programa guay, pudiera parecer al telespectador confuso que Julia no airea un pene, sino que aborda los avances científicos de la perforación del glande. Claro que la pregunta final al señor de los guantes de látex era inexplicablemente acientífica: "¿Podrá hacer el amor hoy mismo?". Después de unas cuantas manipulaciones más del aparato para delante y para atrás, el hombre de los guantes sentenció que sí, pero con condón. Eran las 23.40 horas. El programa siguió su curso con los chistes ya conocidos sobre la pronunciación inglesa de Aznar en su segunda conferencia en la Universidad de Georgetown.

Las cerezas subió el martes pasado dos puntos en los índices de audiencia respecto al 13% del anterior, rompiendo así la tendencia en picado en la que cayó desde su primera emisión. Sin embargo, en una escala de color, subió mucho más el grado de palidez del joven-cobaya que encontraron los productores de Las cerezas cuando el hombre de los guantes de látex demostró sus habilidades.

Moraleja: la pose estética se diluye cuando entran en juego las audiencias, el ego y los millones de la televisión. En definitiva, todos son iguales. O de otro modo, citando a Julio César: «¡Tú también, Julia!».


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