La Nueva España, 27 de octubre de 2004

PEDRO DE SILVA

Una vez que pasa la euforia de los 100 días y el lugar de la magia lo van ocupando los números el discurso de los gobiernos se suele parecer bastante. Por ejemplo, Zapatero habla ya de copago en sanidad. Donde se ve el cambio es en las caras de las cadenas públicas. El más obvio es el de la viscosidad de Urdaci por el look desenfadado de Lorenzo Milá. El regreso del Gran Wyoming también está cantado. Pero el cambio de verdad es el retorno de Julia Otero. Julia es, de todas y de todos, la única que no se ha bajado lo que sea ante la aznaridad y ha seguido siendo ella misma. Eso la llevó primero a una travesía por el desierto y luego a un cierto exilio en la periferia. Dura, rebelde, conceptual, emotiva, cautivadora, Julia en la gran pantalla es por sí misma un cambio de régimen. Debería votarse directamente a los presentadores, sin necesidad de intermediarios políticos.


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