El Periódico, 16 de marzo de 2004

Ferran Monegal

Qué hermosa estampa en La columna (TV-3), ayer por la tarde. Apareció radiante Julia Otero, y en su delicioso frontis lucía --a modo de decoración sugestiva-- el símbolo de la paz en forma de gargantilla. ¡Ah!, qué oportuno cobijo para este emblema mundialmente conocido: sobre el canalillo de Julia relucía feliz ese anagrama que en tiempos de los hippies, y de la generación beat, significaba Haz el amor, no la guerra, que tampoco es un mal título. Agradezco a Julia su detalle indumentario. Entronca con lo que otra compañera televisiva, Amalia Sánchez Sampedro, hace con su repertorio de pendientes o zarcillos, tan explícitos, en sus apariciones semanales en la tertulia final del programa Día a día (Tele 5). Junto a Julia, estaban ayer algunos analistas. Luis Racionero, por ejemplo. Duro trago para él analizar derrota tan contundente. Dijo: "Quiero recordar que fue Felipe González, en el 91, el primero que nos lanzó contra los árabes". Desesperada pataleta. Es natural: no ha tenido tiempo todavía de digerir el tremendo descalabro que ha sufrido el PP, su partido. Del interesante debate que se suscitó al entorno de Julia y su gargantilla, anotemos la impagable noticia que facilitó Pilar Rahola. Dijo: "La Casa Real decidió no cursar ninguna invitación a la boda a ningún político, hasta saber el resultado de las elecciones". Delicioso pintoresquismo. Demuestra la maravilla de país en que vivimos: la mejor experta en los entresijos de la Casa Real es la republicana ex-Lady Pi.


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