El Periódico, 18 de junio de 2003

Ferran MONEGAL

Estaba el lunes muy dolida Julia Otero (La columna, TV-3) porque Joan Laporta le dio plantón. Pero ayer halló sosiego y recompensa: la visitó Felipe González, y a la heroína de las tardes de TV-3 se le quitó enseguida el malhumor. Le pidió ella, con ansias de saber, que explicase su visión sobre esos dos judas trapalones que han dinamitado la Asamblea de Madrid. Y Felipe le explicó: "Estamos en plena confusión. Cuando uno ve un animal por la calle, ladrando, y a cuatro patas, dice: un perro. Ahora vemos a un animal, ladrando, y a cuatro patas, y resulta que cada uno ve a un bicho diferente". Quedó muy impresionada Julia ante la metáfora del perro. Y deseosa de saber más, preguntó quién era el perro, o los perros, de esta historia. Entonces Felipe la miró como cuando Clark Gable miraba a Grace Kelly, y respondió: "Aquí lo perro es que no hay aceptabilidad de la derrota. En Madrid ganaron las fuerzas de izquierda. Ahora quieren que haya nuevas elecciones. O sea, repetirlas hasta que salgan los que tienen que ganar. Debería hacerse como se hizo con HB: si estamos de acuerdo en que estos dos no pueden alterar las relaciones entre demócratas, hagamos como si no existieran". Disfrutaba Julia ante el plan que esbozaba Felipe para salir del embrollo. Un plan en la línea de aquel Alfonso Guerra que salió recientemente en El guiñol (C+) diciendo: "Eso es como ver a un apuñalado y precipitarse para robarle la cartera, alegando: Total, para lo que le va a servir". O sea, un indigno aprovechamiento de la situación. Horrorizada quedó Julia ante posibilidad tan perversa, y para sosegarse le pidió a Felipe una frase, una jaculatoria, con la que mitigar su dolor. Y Felipe le dio una, de Azaña, que viene a cuento. Ésta: "Si cada español hablara de lo que sabe, y sólo de lo que sabe, se produciría un gran silencio nacional que podríamos aprovechar para estudiar". Callemos, pues, y estudiemos en silencio.


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