El Periódico, 18 de diciembre de 2002

Ferran MONEGAL

Sigue Julia Otero (La columna, TV-3) ofreciéndonos apasionantes imágenes de sobremesa. Ayer por la tarde sentó a Norma Duval en la chaise-longue. ¡Ah!, qué dos criaturas más hermosas y más tremendas a la vez. Iban ambas calzadas con botas, y viéndolas así, una frente a otra, mirábamos la punzante finura de sus tacones y nos sobrecogíamos en casa al advertir lo agresivo de aquellos estiletes. Si días atrás, con la señora Campos, nos asustaron los dardos que se lanzaron, llamándose "petarda" y "pija", la una a la otra, ayer lo de Julia y Norma, con estas botas de tacón, podía ser también excitantemente peligroso. Le dijo Julia, nada más comenzar la conversación: "Tú te desnudaste durante la transición. ¿Volverías a desnudarte ahora?". O sea, toma. La vedete respondió que no, pero añadió: "Yo sigo usando la talla 38, Julia, como siempre". O sea, para que te enteres. Encajó Julia el golpe con una gran fortaleza interior, aunque se advirtió que le cruzaba el semblante un rictus doloroso. ¡Ah!, cómo son las señoras de la tele! Gasta Julia una admirable talla 39, y porque Norma usa una menos, se reconcome. Pero retomemos la pregunta sobre desnudarse o no desnudarse, que se le hizo a la vedete. Dijo: "Tengo hijos. Merecen un respeto". Buen argumento. Estamos de acuerdo completamente. Hoy en día, en efecto, la tele ha perfeccionado un sistema fabuloso: te trabajan las vísceras sin necesidad de quitarte la ropa. Recordamos recientes apariciones de Norma --en Salsa rosa (T-5), o en el fenecido Tiempo al tiempo (TVE-1)--, en donde, aun permaneciendo vestida todo el rato, fue sometida a feroces autopsias. Un trabajo forense de primera, sin desnudos pecaminosos que pudieran ofender a los niños pequeños.

Sobre esa intimidad horadada, se interesó Julia un momento. Respondió Norma, compungida: "No tenía experiencia. Me han pillado desprevenida". Sinceramente, deseo creerla.


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