Editorial del 1 de febrero de 2024

Tenemos todos muy claro que al cumplir los 18 años, la ley nos otorga la capacidad y la responsabilidad de decidir sobre nuestras vidas. Pero sin embargo, nadie piensa en qué circunstancias podríamos, ya mayores de edad, necesitar que alguien decida por nosotros.

Es lo que le ha ocurrido a Alain Delon. Hay tantos y tan graves desacuerdos entre sus tres hijos sobre cómo y dónde cuidarle, que un juez francés acaba de asignarle un guardián legal que va a velar por sus intereses y por su salud. El actor, ese monstruo sagrado como le llamaron en Cannes, se encuentra en un estado delicado de salud. Tiene 88 años y, según cuenta el diario 'Le Parisien', durante un examen médico realizado en julio, él mismo le dijo al médico que no deseaba seguir viviendo así.

A partir del caso de Alain Delon, nos gustaría reflexionar en el tiempo de Gabinete sobre algunas verdades incómodas sobre cómo cuidamos o no cuidamos de los mayores. ¿Hay tendencia en convertirles en menores de edad, sin capacidad de decisión, incluso cuando están en plenas facultades mentales? ¿La pobreza y la riqueza, nos planteamos, qué añaden, qué papel juegan en este asunto? Porque cuando hay patrimonio y herencia ocurren situaciones mezquinas que todos conocemos o que hemos leído. Pero que no exista herencia ni un duro a repartir no salva tampoco la actitud de algunos hijos que abandonan a sus mayores.

Lo curioso es que todos queremos vivir mucho y llegar a viejos, pero esa longevidad es todo un desafío tanto para los estados como para las familias.

 


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