Editorial del 26 de abril de 2023

En medio del ruido preelectoral, la lucha por Doñana, la ley del 'sí es sí', los anuncios relacionados con la vivienda, etc. el Gobierno ha tomado una decisión que ha pasado mucho más de puntillas en el debate público, que es lo de extender los privilegios fiscales de la Iglesia Católica, por ejemplo la exención del pago del IBI, al resto de los cultos religiosos.

O sea, que frente a la reivindicación histórica de la izquierda que siempre habló de un trato de privilegio a la Conferencia Episcopal, lo que ha hecho el Gobierno es ampliar las prebendas al resto de confesiones. Según Patxi López, esta medida es un avance en la neutralidad del Estado aconfesional. Bueno, podemos aceptar pulpo como respuesta versátil, pero para aquellos que defienden el modelo de estado laico, claramente esto es un retroceso.

Vamos a reflexionar sobre la condición de trato VIP fiscal a los cultos religiosos y cómo encaja eso en la supuesta aconfesionalidad del Estado. ¿Por qué esta concesión? ¿No sería mejor que pagasen todos los edificios con finalidad religiosa sus impuestos como lo hacemos los demás? ¿Un estado neutral es lo mismo que un estado aconfesional?

 


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