Editorial del 1 de marzo de 2023

Si tienen ustedes la aplicación TikTok descargada en su móvil, sepan que si fueran funcionarios de la Unión Europea, parlamentarios o miembros de cualquier organismo gubernamental en Estados Unidos o Canadá, tendrían que desinstalarla.

Empezó la Comisión Europea y ayer también el Europarlamento prohibió la aplicación china en todos los teléfonos corporativos de trabajadores y europarlamentarios. Hay preocupación en materia de ciberseguridad y por la posible recopilación de datos e información sensible que esos altos funcionarios o parlamentarios pueden estar regalando al espionaje chino.

Sí porque ese es el quid del asunto, que el gigante chino esté haciéndose con toda la información de Occidente, aunque ayer una portavoz del ministerio de exteriores chino intentaba ridiculizar la medida: “¿Cuán inseguro de sí mismo puede estar Estados Unidos para temer tanto a la app favorita de los jóvenes?”, dijo.

Por supuesto tanto China como TikTok niegan el espionaje. Lo osado es que China, precisamente China, que aplasta la más mínima protesta en su territorio, acuse a los gobiernos occidentales de abuso de poder.

Que las aplicaciones nos espían no es una sorpresa para nadie, pero que lo haga el Gobierno chino quizá es más inquietante. Los ciudadanos anónimos, ¿qué piensan al respecto? ¿se van a desinstalar la aplicación o nos lo tomamos a guasa?

Otra de las noticias del día es la decisión del grupo Ferrovial de llevarse su sede social a Países Bajos. El argumento es que quieren “potenciar la internacionalización de Ferrovial” aunque es fácil pensar que lo que intentan es no pagar impuestos en España, donde, por cierto, han tenido una ingente cantidad de obra pública que les ha hecho ricos. Curioso patriotismo...

 


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