Editorial del 12 de diciembre de 2022

Lunes frío y lluvioso y encima lunes de regreso del puente más largo del año.

Para empujar en la buena dirección, vamos a hablar en el Gabinete de un tema que se escapa de la actualidad política más acuciante pero que es un tema caliente del que extraer muchas conclusiones.

Nos ha llamado la atención un estudio británico de varias universidades que demuestra que cada vez menos personas de origen humilde se dedica a la cultura.

Hace algunas décadas muchos hijos de la clase trabajadora quisieron y consiguieron dedicarse al arte (el cine, la literatura, el diseño, la pintura), a día de hoy son menos de la mitad que a finales del siglo pasado.

¿Qué consecuencias tiene esa realidad? Pues que películas, libros, novelas, el arte, en general, acabe reflejando mayoritariamente las preocupaciones de la clase alta. Es decir, las élites económicas hablan sobre todo de sí mismas y por tanto la visión sobre el mundo que dan es sesgada, incompleta y parcial.

El estudio es británico pero perfectamente extrapolable a todo Europa y sobre todo, es debatible. ¿Por qué la clase trabajadora está retrocediendo en el mundo de la cultura? ¿Es la certificación oficial de la muerte del ascensor social? Lo vamos a discutir con Juan Manuel de Prada, Elisa Beni y Arantza Tirado.

 


Política de Privacidad Política de Cookies © 1998-2024 juliaotero.net