Editorial del 19 de octubre de 2022

Ayer Carla Antonelli, la histórica activista que fue la primera diputada trans de España, presentó su baja de militancia del Partido Socialista. Pese a ser socialista de corazón, dijo, lo hizo en protesta contra el nuevo retraso en la tramitación de la ley trans, una ampliación del plazo que PSOE y PP han pactado para poder estudiar detenidamente las enmiendas parciales a la ley.

Importante destacar que han sido rechazadas las enmiendas a la totalidad, el problema se centra exclusivamente en dos cuestiones que han generado indignación entre los colectivos feministas y un buen número de expertos: por un lado, la autodeterminación de género, que comportaría el cambio registral sin que se requiera nada más que la voluntad de la persona trans, y por el otro, su aplicación a los menores de edad.

Acudir a tratamientos hormonales o incluso quirúrgicos en la adolescencia puede tener efectos para toda la vida, decididos en una etapa en la que la incertidumbre es habitual compañera de viaje.

Vamos a debatir sobre la situación de la ley trans y la revuelta en el seno del PSOE. ¿Es razonable esta ampliación del plazo o se trata de una maniobra para aparcar un tema potencialmente conflictivo, como defiende Carla Antonelli? ¿Cuáles son los argumentos en contra de esta ley y por qué era necesaria tramitarla de urgencia, si es evidente que no genera consenso ni dentro del propio partido socialista?

 


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