Editorial del 16 de febrero de 2022

Sin derechos humanos, no hay dinero. Es el gran titular del día. Es la decisión del Tribunal de Justicia europeo ante las demandas de los gobiernos polaco y húngaro, que acudieron a Luxemburgo para exigir que los fondos europeos no estuvieran supeditados a los principios que defiende la Unión Europea.

Europa no tiene ejército, no tiene policía y no tiene una lengua única. Europa es solo una Comunidad formada por Estados democráticos y de Derecho, es decir, Europa es una gran Comunidad jurídica. Nada más y nada menos.

Si un Estado miembro incumple los más elementales principios de justicia y no discriminación, la Unión actúa correctamente congelando los fondos de recuperación. Eso es lo que ha dicho esta mañana el alto Tribunal. Si quieren formar parte de un club, el de los 27, hay que cumplir las reglas. Polonia y Hungría, esos regímenes autoritarios y ultras, apelan a la identidad nacional, la diversidad y la tradición. En efecto, criminalizar a los homosexuales, por ejemplo, o poner y quitar jueces, es una tradición. Una tradición infame que hace mucho no tiene sitio ya en Europa.

 


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